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El Bastardo del Dragon- Vhygar de la Flamanegra.


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Vhygar de la Flamanegra.

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Recuerdos y pesadillas

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[TD=bgcolor: #202020, align: left]Oscuridad Heredada.

[infancia] - Años en Lordaeron.[/TD]

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Introducción:

Era una noche lluviosa, el invierno se asomaba por la ventana de la gran casa que aun poseían, allá en la costa de Ventormenta. Vhygar fumaba un cigarrillo como acostumbraba durante aquellas noches, sin embargo, aquella tenia algo bastante diferente, algo que le animo a buscar la tinta y el papel.

Sin una clara intensión de que escribir, se propuso a intentar a divinarlo, colocándose al lado de un par de velas, dejo entonces la pluma remojar.

- ¿ Como empezar ? - Se pregunto a si mismo. Y tomo la pluma.

En el papel la misma se deslizo con una facilidad inesperada, y las palabras fluyeron incesantes hasta completar aquel primer párrafo, lo tomo, y lo leyó en voz baja para si mismo:

"
El hecho me rehuía, pero la verdad jamas seria otra, y es que la oscuridad había me había abrazado incluso antes de mi amanecer. Poco se de los días en los cuales mi consciencia no me pertenecía, mis deseos eran implantados y mis ideales tan solo mentiras que los niños crecen escuchando. Y aun mas oscurecido ha quedado mi pasado, por la caída del viejo reino nórdico, la destrucción de cualquier resto histórico (excepto por los mismo decrépitos huesos que ahora rondan los salones festivos de Lordaeron) hace de mis recuerdos la única evidencia fiel, de que la perdición encoje a sus victimas.

Yo, soy Vhygar Va'arinoth, hijo bastardo de Sir Gladinoth Va'arinoth y de la una vez reconocida Archimaga Hiira Sangresolar.

Desconociendo los detalles de mi pasado, escribo mis memorias, con la esperanza de dar una luz a los eventos que condujeron a la caída, locura y encierro de mi madre, y la verdad tras estos.
"

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Uno

Lady Amanda Va'arinoth

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[TD=bgcolor: #202020, align: left]Oscuridad Heredada.

[infancia] - Años en Lordaeron.[/TD]

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Eran frías, las noches que logro recordar. Las que no, siempre me pregunte como fue que llegue a sobrevivir. Desde pequeño, mi estado de bastardo fue notable. Se ocultaron de mi mis raíces, mi verdadera identidad, el nombre que mi madre me dio, el derecho a una vida o existencia digna, me arrebataron todo. Yo era entonces tan solo un criado mas, poca diferencia con un esclavo.

El norte era duro, y la choza que se me dio a los cinco años apenas soportaba el viento helado, el fuego amenazaba día a día con consumir la estructura ademas de darme el calor necesario. El alimento nunca hizo falta, a pesar de consistir de tan solo sobras, solía ser la mejor parte del día.

Mi mundo constaba de servir, comer, dormir, y repetir. No era infeliz, jamas conocí concepto de felicidad, aquella era la existencia que yo reconocía como destino, sin saber de nada mas, quejarse era imposible, dominaron mi mente, controlaron mis decisiones, pero cometieron un error, subestimaron la pútrida sangre que recorre mis venas, subestimaron la maldad y el ingenio que se alimentaban en mi interior.

Mi primera victoria fue vacía, sin sentido u propósito, me mantuve silencioso aquel día, y cuando la noche llego tuve por fin la oportunidad de sentir el calor de un hogar. Tome refugio en la vieja mansion Va'arinoth, sabiendo que mi osadía me costaría, como varios de los "sirvientes" que mantenían en las mismas o peores condiciones que a mi, con unos cuantos latigazos y quizá uno u otra cosa.

Todos sabían cuan a fin a los calabozos y sus juguetes de tortura.

Era la hija pequeña, la preciosa de la familia, con solo 11 inviernos, había aprendido audazmente (y mostrando en ello un precoz deleite) de su madre a torturar a los que se lo merecían, su nombre era y sigue siendo Mhaeria, Mhaeria Va'arinoth.

Camine por sus pasillos, deseando todo aquello, ahora aborrezco ese deseo.

- Es un niño nada mas - Escuche decir, la voz era la de una mujer, su procedencia aprecia cercana entonces, me detuve unos segundos a escuchar, esperando que no me detectasen, comencé a andar una vez continuaron. - ¿ Cual es el nombre que Gladinoth le ha dado ? -

Cuando pude verlos, no pude reconocer al hombre, quien semi desnudo me daba la espalda.

Frente a mi sin embargo, estaba la mujer del Sir al que servia, desnuda y bastante hermosa debo admitir, su rostro mostraba duda, parecían discutir el destino de algún desgraciado. No podían verme oculto tras la puerta me dedique a escuchar y acumular a la lista de mis saberes.

- No se lo ha dado Gladinoth, ese nombre se lo puso aquella bruja. - Era un hombre el que hablaba esta vez.

- Vhygar... El bastardo de la Flamanegra, ¿ Recuerdas ese cuento ? - Dijo Lady Amanda Va'arinoth.

- ¿ Realmente es importante ? No se por que se molestan en educarlo... ¡Escúchame! - El hombre comenzaba a vestirse lentamente a la vez que hablaba y rebuscaba sus prendas por la habitación.

-Es un bastardo, es peligroso para todos nosotros... Es mayor que tu hija, Mhaeria. - Se detuvo entonces serio, frente a su amante - Su nombre esta escrito con sangre en la vieja mazmorra, donde la bestia de tu esposo mantuvo a su madre encerrada, donde tu le torturaste hasta que el crío nació. - Hubo una pequeña pausa, y continuo - y así esta escrito por puño y letra de esa misma bestia el nombre de ese niño, en el libro de heredad y de la familia. -

- No tienes ningún derecho a juzgar los pasos que he seguido o los que seguiré.- Dijo Lady Amanda Va'arinoth, adelantándose y apuntando con su dedo indice al pecho del hombre, el cual, entre asustado y molesto retrocedió. Entonces, la Señora volteo, molesta tanto por la acusación como por la insulsa reacción de su amante -Y, ¿Cuando pudiste ver el libro de Gladinoth?- dijo sirviéndose una copa entonces.

- El ignorante apenas y sabe escribir su nombre, Amanda, yo soy quien escribe y lee sus cartas. Es una bestia, te digo, todo lo que sabe es masacrar orcos. - El hombre termino de vestirse, y lentamente, se servia una copa.

- Matar orcos - bufo la "dama" - Y sin embargo, es tu Señor, ¿Que eres tu?, un simple escriba. -

- Yo soy tu señor - Dijo entonces en un arrebato - Y cuando el este muerto, todo esto me pertenecerá, mi hermano no lo merece, te ha traicionado y a tu sangre. -

Cuando escuche aquello sabia que tenia suficiente como para ser colgado, marche del lugar, victorioso, mis pasos no se escucharon aquella noche. Enterarme de aquello era perturbador e impactante. Yo era un bastardo, y aunque deseaba no querer creerlo mas y mas cosas comenzaban a caer en su lugar, predilecciones, facilidades y escapes a castigos relativamente sencillos dados por su señor, incluso poco hacia habían comenzado a enseñarle a leer y escribir... Si todo eso era verdad su vida realmente corría peligro.

A pesar de mi cuidado aquella noche, tan solo unas semanas después caería en una de mis incursiones al interior de la mansion.

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Dos

Lady Mhaeria Va'arinoth.

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[TD=bgcolor: #202020, align: left]Oscuridad Heredada.

[infancia] - Años en Lordaeron.[/TD]

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A la hija predilecta le conocí de una manera algo siniestra. Ni el Señor, ni la Señora se encontraban entonces en el hogar. Tan solo aquel hombre quien había resultado ser Bernarth Va'arinoth, hermano de mi padre y Señor. Me había capturado deambulando por la mansion, el castigo debía indiscutiblemente ser el mismo para todos, una noche en la mazmorra y en una tarde tomando el te con Mhaeria.

La noche era fría, y oscura, no había luna en el cielo. Me condujo atado de pies y manos con cadenas, por las escaleras que bajaban hasta donde la madera se volvía roca y el suelo era el techo que nos cubría. El frió era mas profundo ahí, la humedad lo hacia así. El olor a mierda y sangre se combinaba con figuras irreconocibles y huesos tras los barrotes, escuche todo tipo de ruidos durante mi andar. Sin duda aquel hombre buscaba marcarme, quebrarme, cuando lo supe le mire a los ojos, desafiante y por un momento, dudo.

- ¿ Que ocurre, muchacho ? - Me pregunto, cuando recupero la poca confianza en si mismo que poseía.

Mi silencio le incomodo, pero poco duro, cuando llegamos a la mazmorra mas alejada abrió de una patada la puerta y de otra me puso dentro, golpeando mi rostro contra la pared, atendiéndome para poder unir mis cadenas a las del calabozo de manera rápida. Una patada mas, en el estomago, aseguro una salida sin inconvenientes. Por unas horas no me moví, me quede ahí, en la oscuridad, en el silencio, odiándolo, odiando a todo el mundo. Siempre creí que fue entonces cuando la Oscuridad me encontró, pero ahora se que jamas me ha dejado.

En la mazmorra desperté, el sol daba en mi cara, el día nacía. Con el vi el reflejo de mi rostro magullado en una charca, pero algo mas llamo mi atención, no en mi rostro, sino tras el. En la pared a la que estaba atado, estaba en rojo, escrito con las manos y la sangre de mi madre, el día de mi nacimiento, cuando nadie escucho sus gritos de dolor: Vhygar.

Aquel era mi nombre, un nombre salido de una vieja leyenda, sobre un bastardo de hombre y de Dragón, engendrado mediante inquietantes poderes místicos, cuyo único fin era devorar al hechicero que le había dado vida. Y luego, al mundo entero. Muchos decían que mi madre era una bruja, muchos decían que aquella era la maldición que recaería sobre los Va'arinoth, aquella noche, el intento quebrarme, pero solo logro vigorizarme. Me dio alas, y garras. Yo era el bastardo del Dragón.

-Despierta - dijo la pequeña. Su voz era ciertamente dulce y tranquilizadora. Abrí mis ojos despacio dejando la luz entrar por ellos.

Era hermoso su vestido, blanco como la nieve contrastaba con el negro mierda que cubría el resto de la mazmorra y el rojo del herrumbre de los juguetes de la pequeña, que ya adornaban la antes vacía habitación.

- Es casi hora del té - dijo de nuevo, su rostro era hermoso, y sus cabellos tan negros y lisos como los míos, igual de largos pero mejor cuidado. - No puedes tomar el te dormido, torpe - dijo dando un golpecito en mi nariz.

-¿ E-el té ? - Pregunte entonces perdido en su dulzura, teníamos tan solo unos doce años. Yo no sabia, pero tenia la suerte de ser el primer niño que Mhaeria había conocido desde que tenia consciencia, no había otros niños cerca, y el poblado mas cercano, era a dos días a caballo, su madre, sobre protectora como era jamas hubiese cometido el error de dejarla sola con un mocoso, pero su madre no estaba y poco entendía su "tío" sobre como funcionaba la pequeña torturadora.

- Si, luego comenzaremos a jugar, tengo muchos juguetes - dijo apuntando a lo que temí, era su caja de herramientas de tortura. - Aunque madre jamas me había permitido hablar con uno de mis compañeros de juego... ¿Esta bien que lo haga? - Y en ese momento, me observo de arriba a abajo.

- Si, esta bien... En realidad estaría mejor si me sueltas - intente decir, aun temeroso de todos los rumores que aquel pequeño monstruo destilaba entre los sirvientes.

- Eres listo - dijo riendo - Pero mi tío me castigaría si lo hago, eso si me lo ha dicho - sirvió te, y lentamente se acerco.

- No quiero té, no me gusta, prefiero el agua. - Dije rápidamente, no pensaba tomarlo.

- Pero... Entonces tendremos que empezar a jugar - dejando el te sobre la pequeña mesa a su lado.

- ¿Llamas jugar a lastimar a otros con esas cosas? - mire incrédulo que la pequeña se tragase aquella falacia.

- Madre es feliz si actuó de esta manera frente a los que van a ser torturados, les da una mirada especialmente desesperanzadora... Ella dice que les quiebra la fe en lo bueno. - se encogió de hombros y prosiguió -A mi me parece que es un detalle bonito. -

- ¿Sabias que tu madre, esa que tanto complaces, planea matar a tu padre? - sonreí, viendo como su rostro cambiaba.

- ¡Mientes! Madre jamas nos haría algo así. - Aunque en su voz, la duda comenzaba a existir.

- No miento... Acaso... ¿Sabéis quien soy? - la mire, aprovechando su creciente inseguridad, ella nada mas negó.

-Vhygar - Dije, en un tono oscuro, ella retrocedió un momento y leyó las letras en la pared tras de mi, escritas en sangre, todos sabían la leyenda, los rumores, el hijo de la bruja y la pequeña aun tenia algo de inocencia en su alma, suficiente para que alguien como yo le manejase. De aquella manera, aprendí a convertir la duda en miedo.

- Si me pones un dedo encima quien crees que te castigara... Sabes que nuestro padre no permitiría que me pasara nada. - dije, intentando ocultar mi propio miedo, intentando creer aquella mentira... ¿Era mentira? Yo estaba en el libro de la familia, en la heredad, no estaba muerto y había aprendido a leer y mas... Quizá, no era mentira.

De aquel punto en adelante, mentí, usando la verdad que por mi cuenta había adivinado. Le dijo la verdad entre Bernarth y su madre, le dije como ella estaba de acuerdo en torturarme y asesinarme, y luego a ella, por poseer la sangre de nuestro padre. Durante horas, escucho mis palabras, mis maquinaciones y pronto comenzó a maquinar conmigo, nuestro escape, nuestra venganza. Ella ahora me pertenecía.

El cielo me bendeciría entonces con un regalo mas: La plaga.

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Tres

Dheeryn "Sangresucia" Balor

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  • 5 semanas atrás...

El Piromante y la Obscuridad.

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"​Las almas quedaran vacías. Hijo del terror, de la desesperación. En tu nombre se oculta La Verdad, mi pequeño, mi precioso: Vhygar."

- Hiira Sunblood.

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[TD=bgcolor: #FE642E, align: left]La verdad.

Cuaderno de Viajes de Vhygar Va'arinoth: Humedales [Algunos meses atrás][/TD]

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El legado de la sangre se encuentra entre las pocas cosas de este común, aparte de la guerra, que parecen ser eternos.

Nos sigue por nuestra vida, siguiendo a nuestros hijos, y a los suyos, cada una de sus condiciones, dependerá, en gran o menor medida de las acciones de sus antepasados.

Como hilos de tela roja, los legados de sangre tejen nuestra realidad y nuestro contexto, esto no significa que como resultados de aquel entretejido no tengamos el poder para manipularlo y a nuestro rumbo.

Tal como dije en mi sangre, en nuestra sangre

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el poder.

1


Es quizá por ello hice con de mi libertad mi nuevo encierro. De mis eternos viajes, mis cadenas, de las exóticas aventuras mi tortura.

Busque, busque, por todo el reino intacto, y mas allá. O quizá tan solo me encontrase ella a mi.

Busque la pista de la bruja que me había dado la vida se extendía, incluso fuera de sus fronteras. Aquellos días fueron pesados y oscuros, pero incluso entonces, los rumores parecían encontrarme, y mi ingenuidad alimentarles.

Hoy mi búsqueda cumple ya su noveno ciclo, y mi estadía en los pantanos cada vez se vuelve mas y mas difusa. Hace ya dos enteros inviernos que he sobrevivido a el, y ni las inundaciones invernales, ni las bestias o las enfermedades, mucho menos su flora, que he puesto a trabajar de mi parte en lo posible, me han hecho dudar. ¿Por que marchar entonces?. Hace dos inviernos ya, que encontré lo que había de buscar.

Entre al pantano recién cumplida mi mayoría de edad. Durante años, busque en Alterac, Trabalomas, incluso en tierras de Arathi había dejado su marca, su fuego, su obscuridad manchando alguna zona, alguna persona, alguna leyenda:

La oscura dama en llamas, la puta del averno, la bruja del pantano, había libros que relataban su origen hace milenio, otros que había nacido de las mismas llamas del averno, yo solo sabia que aquel era el nombre de la mujer que me había traído, la mujer que seguramente, reconocería darme un propósito: Hiira Sunblood.

Cuando entre al pantano era solo un niño tonto, sediento de propósito.

2


Era un día caluroso, el verano recién comenzaba. El sol brillaba en su cúspide del medio día, y la humedad en el pantano era casi visible. Tenia días en el camino, junto a Sascha y Roschka, y su compañía de enanos mercantes. Era una carroza de madera oscura bastante grande y modificada por los enanos y algún que otro gnomo, permitía ser resguardo y a la vez transporte para al menos otros cuatro enanos, sus jefes y yo. Y toda la carga para la venta.

La caravana había partido desde el Loch, yo con ellos, en busca de las tierras mas allá de la gran represa, aquella ruta me permitiría echar un vistazo general, pero el calor no estaba entre mis planes.

Angustiado, yo caminaba delante de todos, intentando catalogar algunas plantas y raíces, al igual que insectos y hongos venenosos de la zona, era un día tranquilo y aunque solía verme obligado a retroceder cada tanto por la presencia de un animal, me adelante suficiente como para perderles de vista.

Me permití perderme en mis pensamientos y planeamientos, en la belleza de los enormes cien-pies y en el delicado equilibrio del pantano, pero pronto comencé a sentir aquel frió malestar subiéndome por la garganta.

El silencio acudió en mudo grito de terror, y una chiche, comenzaba su canto al ritmo del calor, el silencio, había adelantado a la carroza pero para aquel momento el ruido de sus pasos debía de haber roto la paz que anti naturalmente se mantenía.

- Roschka - Llame encaminándome en dirección en la que venían. - Sascha - Recuerdo haber gritado primero, antes de correr hacia ellos.

Pero no hubo respuesta, no podía haberla.

Humo fue lo primero que vi, llego a mi luego el olor papel y madre, y a carne quemada. Cuando me acerque lo suficiente, todo lo que restaba era una bola de fuego incandescente, sus vidas fueron cegadas por el humo o el calor, sus huesos eran el alimento de las llamas.

Busque incesante en los alrededores, grite hasta e cansancio por sus asesinos, con furia les desee muertos y finalmente caí, junto a las brazas, impotente.

No se cuanto tiempo pase, tendido junto a sus cenizas, no recuerdo la noche caer o el sol levantarse, observaba su cráneo, el cráneo de alguno de ellos, tendido boca abajo. El tiempo se detuvo, y el espacio se redujo a mi campo de visión. Era mi culpa, jamas podrían vivir nuevamente, y habían muerto por mi, el deseo de arrancarme la piel de los huesos broto, junto a las lagrimas.

Entonces, sentí su mano tomarme por la parte trasera del cuello de la camisa.

3


- No - Proferí en un grito desgarrador, cuando se me arranco del tenue adormecimiento que caía sobre mi.

Ahí sobre la sucia tierra del camino, estuve durante horas, habiendo olvidado la sangre que manchaba mis manos, habiendo olvidado las crueles capacidades que ahora poseía y los actos que estaba dispuesto a llevar acabo con tal de proteger mi destino y mi vida. Olvide mi fuerza, olvide mis objetivos, mi misión.

- ¿ Lloras ? - Dijo incrédula una voz rasgada, femenina en lo menos posible pero en su molesto y estridente tono. - Por unos cuantos enanos cuyas vidas fueron cegadas en tu descuidado... ¿ Si no fueran tus amigos, llorarías ? - Cuando dijo aquello sentí como me miro.

Estaba ataviada de pies a cabeza con túnicas negras, era mucho mas alta que yo, casi tan alta como el viejo mastodonte noble que se hacia llamar mi padre. Me sorprendió ver un par de mechones negros como el carbón caer por la capucha, quizá era la mujer que buscaba. Su rostro estaba oculto, tanto por la penumbra de las ropas como por la de la noche, que cayo mientras permanecí en aquel suelo, pero sus ojos rojos brillaban cuando me veía. Traspasándome.

La observe unos segundos antes de que sus palabras calaran como cuchillas. Ella tenia razón. Yo mismo había ya cegado unas cuantas vidas a cambio del paso seguro y una juventud larga y llena de lo necesario, tome el lugar del heredero y aniquile a lo que plaga no tomo del núcleo de mi familia, pero aquello había sido para defender la vida, para asegurar un porvenir, no había nunca matado a placer pero si me hubiera dicho que le encontraría a ella después... Los habría sacrificado sin dudar. En aquel momento, encontrarla era todo para mi.

Termine por aceptar la mancha de maldad en mi corazón, y mi alma, si aquella era mi madre probablemente, mi destino era seguirla, mi destino era portar la llama del fuego que consumiría todo. Ella era la perdición encarnada, la Mujer del demonio, la Madre de las Penurias y del Fuego Oscuro, yo, que era yo entonces, sino nada mas que el bastardo de la Flama Negra.

Camine con ella por los pantanos, el silencio fue nuestra compañera. No dijo que viniera, pero tampoco me dejo allá, no me ataco, pero tampoco me protegió u ofreció su ayuda, tan solo la seguí, como encantado por la curiosidad de lo que encontraría mas allá.

4


Durante los años que siguieron, aprendí todo lo que pude de ella. Mentía con una gracia sorprendente, manipulaba la energía arcana y la piromancia en formas que yo solo podría soñar. Me educo en Eredum, me enseño como maldecir y como sacrificar la sangre de otro, los nombres, los rituales, las formas del caos mismo y por ultimo, me enseño a ligar mi alma al vació, por siempre, para siempre. Y yo, como un cachorro sin rumbo, acepte la maldición.

Acepte el poder. El cambio.

Creí en ella. Confié en la maldad pura para guiar mi camino y entendí entonces que aquella existencia tan solo significaba el fin de uno mismo, la perdida de la identidad, entendí la mirada de los trolls en las cuevas, vacías, temerosas, confusas y sentí pena por ellos, y por mi, pues me encontraba ahora en una situación como la suya.

No logre escapar hasta que fue tarde. Uso un veneno y uno a uno cayeron en su profundo sueño.

Eramos pocos los que aun estamos en pie cuando comenzó con el ritual. Una a una en el orden que ella había designado sacrifico a las almas que le seguían, que le pertenecían, en nombre del Gran Prometheus.

No entendía porque, no podría haber cuestionado sus motivos para una acto de semejante traición y asesinato masivo. Yo no fui mas que su canalizador principal, su fuente de poder, me uso como si un artefacto arcano fuese, concebido solo con aquel propósito, idealizado por ella, quien manejo y manipulo los hilos de mi vida en secreto, en la oscuridad hasta aquel día.

Yo entonces no supe quien era mas, ni que deseaba pero pude darme cuenta de algo: No deseaba morir.

Y cuando mi alma comenzó a dejar mi cuerpo, grite, y aunque mi voz no se escuche se que el atendió a mi llamado. Se que el escucho mi ruego: "Liberame". Por alguna razón, aquel día, Prometheus concedió mi deseo, y una columna de fuego cayo del cielo, encendió el cuerpo de mi madre, consumiéndola. Un enorme draco negro apareció, de la nada en aquel oscuro pantano. Vi el fuego hacer arder sus piel hasta los huesos antes de cubrirse en su poder oscuro y desparecen junto al humo que destilaba, la consumirse casi por completo.

Casi...

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Tremores Ley

El otro lado de la Tormenta.

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[TD=bgcolor: #0B2F3A, align: left]Parte 1.5:

La identidad de los 4 Hombres.

Año 27, Meses atrás, Humedales, Cuaderno de Viajes de Vhygar Va'arinoth.[/TD]

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El Culto de la eterna tortura.

El culto de la eterna tortura... Ese era el nombre que se daban. Pocos prisioneros vivían para contar porque... Aun mas pocos fueron los que hablaron. No por miedo sino por la enorme cantidad de sufrimiento.

Dedicados a las técnicas oscuras de tortura y magia del Vació, combinadas con las artes arcanas de la criomancia, desdeñando toda arte mayor o menor mente relacionada a la invocación demoníaca, a pesar de su naturaleza caótica y oscura, representan uno de los cultos heréticos mas extraños que jamas hubiese encontrado.

Los miembros ganan su estatus conforme al sufrimiento que causan en sus victimas, como es el conteo, lo desconozco y por alguna razón preferiría no saberlo. Sus miembros élites, suelen cargar huesos o trofeos de sus victimas como adornos en las túnicas. Los he visto actuar como magos comunes de día, sin mayor inconveniente se mezclan con la sociedad y emulan el comportamiento civilizado.

Son muy peligrosos, sin embargo la relación que guardan con la maldición en mi sangre es indudable. Ellos han entrado en contacto con el mismo tipo de criatura que mi madre intento despertar, y aunque la mayoría fueron aniquilados por el poder del enorme cristal rojo, espero poder obtener alguna información de su parte.


Suceso ligado a : link - Parte VI: La Mazmorra y El Dragon[/TD]

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  • 2 meses atrás...

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