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Diario de aventuras: Saddlain


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Diario de un aventurero

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He comprado este diario con lo que me han dado de aquella macabra aventura en Ocaso. Por suerte salí ileso, y no me he tenido que dejar guita en galenos careros y cabrones. Probablemente, abandone el diario al poco tiempo, pero me ha dado un antojo de escribir un poco mi día a día; pero a ver cuánto me dura. Como no tengo mucho que contar de estos últimos días, un resumen general amortizará el cuarto de plata que me he dejado en este diario.

Desde hace unos meses el grupo ha estado distante, y la monotonía se había hecho con nosotros. Mi relación con Fulvia no ha ido a mejor, y con el resto, pues ni para adelante ni para atrás. Reginald se pasaba los días trabajando en el burdel y acumulando dinero para algún próximo viaje que nunca llegaba, Chase pues siempre estaba ahí —y a la vez no—, pero eso no era nada raro en él. Al cabronazo de Edward se lo habían tragado los bajos fondos de Ventormenta. Yo tan solo me dedicaba a vivir de pequeños trabajos, haciéndome caer más aún en la monotonía de Elwynn, si cabía aquella posibilidad. Lo irónico fue que, precisamente uno de esos trabajos, me sacó de la cruel y aburrida monotonía.

Así conocí a Anduth, un elfo de mi edad que se dedicaba a la piratería hasta que unos monos le sodomizaron en la isla en la que naufragó. En realidad no le sodomizaron: tan solo le intentaron matar, pero me gusta contárselo de esa forma a la gente, es divertido verles las caras. Y más aún cuando Anduth hace acto de presencia delante de ellas. Luego está Coral: una prostituta del burdel de las afueras para la que hicimos unos cuantos trabajos, pero por ciertas circunstancias, que a su vez se dieron gracias a cierto trabajillo monótono, acabó pegada a nuestro culo, pero esa parte va después. Tampoco hay que olvidar al bueno de Cédric, un hombre de los bosques. No recuerdo cómo le conocí, ni cómo acabó inmiscuido en mis asuntos, pero de igual forma fue con Anduth y el resto. ¿No será así cómo se forjan las mejores amistades? 
A raíz de lo anterior, Coral se metió en algunos problemas con la ley, y cómo estaba harto de la bella y monótona Elwynn, le dije de llevarla hasta Bahía del Botín. Reunimos una pequeña comitiva para cruzar Ocaso y la selva, porque cómo no, ninguno tenía dinero para un viaje en barco. Chase prefirió quedarse, sospecho que por alguna mujer.

Aguanté durante un par de semanas al insecto de John, mi archienemigo y el segundo humano que estrangularía con mis propias manos si no fuera porque me tiene cogido por los huevos, pero esa es otra historia que no merece la pena ni contar. Estaban él y su amiga, una muchacha más callada que las piedras, pero no era precisamente tímida: casi mata a Anduth, y por si fuera poco, le disparó en un pie.

Por fin llegamos a Bahía del Botín y cómo me lo esperaba, Coral no tenía ni puta idea de cómo comenzar una nueva vida, así que decidimos quedarnos un par de semanas más para ayudarla. Semanas que se convirtieron en meses. 

Tras adoptar ciertas costumbres insanas con el juego, y ver mi dinero multiplicarse y dividirse varias veces, hasta finalmente acabar multiplicándose por cero, decidí que era hora de dar un pequeño cambio y me fui con Cédric en la primera caravana que iba hacia Elwynn: nos quedamos en Ocaso un par de días, y nos vinimos a Elwynn, planeando volver a Bahía del Botín cuanto antes, esta vez en barco. En realidad no me hace gracia volver a Bahía, sobretodo por Coral y ciertas tensiones adúlteras que prefiero evitar, pero no es que tenga otro lugar al que ir o volver. Ya está, fin.

 

 

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Ya le he encargado un par de cuchillas nuevas a Nostiag. En cuanto las tenga listas, me largo en el primer barco a Bahía del Botín que encuentre...Eso si antes no pierdo a Cédric por los bosques. Hablando con el herrero, me enteré de qué por el norte de los Reinos del Este, la cosa con la Horda está muy cruda. Costasur y un asentamiento enano han caído debido a los ataques oportunistas de la Horda. Esto me preocupa, porque en cuanto las noticias lleguen a Bahía, me apuesto un riñón y parte del otro a qué las cosas van a estar un poco tensas por allí. Pero iré de todos modos, como de costumbre trataré de mantenerme al margen de ese tipo de cosas. Solo espero que Anduth, Coral y Reginald estén bien por allí. John no. Mejor dicho, ojalá le sodomicen un par de orcos mientras un goblin le incrusta una banderita de la Horda en algún ojo.

 

 

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He pasado mi última noche en Elwynn. Cuando las dos lunas lograron hacerse un hueco en el cielo, recogí mis pertrechos de la habitación, mi nuevo par de cuchillas. Me tomé un par de cervezas en el tugurio del puerto, y cogí el primer barco a Bahía del Botín que encontré. Está hecho una mierda, pero al menos me ha quedado algo de dinero de lo barato que era el pasaje. Supongo que mataré el tiempo de la travesía apostando con los marineros...


Y sí, creo que empiezo a tener un problema.


Ah, sí. Lo olvidaba: he logrado traerme a Chase conmigo. Y la comida que dan el barco es una mierda, casi prefiero robarles un bote e irme remando a Bahía por mi cuenta...

 

 

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Llevamos tres días de viaje, y solo lo he dedicado a jugar a las cartas con Chase —hasta que se le acabó el dinero— y luego con los marineros. No ocurre nada emocionante, han elegido la ruta comercial más segura de todas, y estoy que me subo por las paredes, o mejor dicho, por los mástiles. De hecho lo estuve haciendo. ¡Necesito movimiento!

Hay una marinera que le ha echado el ojo a Chase, y de vez en cuando intenta hablar con él, pero se echa para atrás. Obviamente no le he dicho nada, porque conociéndole, se queda navegando con la tripulación y me deja a mí tirado en Bahía.

 

 

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Bahía. Bahía. Bahía. ¡Me voy a volver loco del aburrimiento! Creo que atravesar Ocaso y Tuercespinas con Chase y Cédric habría sido más divertido que esto. Encima otro miembro del pasaje no para de vomitar y se le oye todo el rato. Me habría pegado un tiro de no ser por la marinera: cada día le echa más valor, pero al final se echa para atrás. Si no hago algo pronto, tendré que matarla. Bueno, matarla no, pero si sabotear sus intentos de tener un tórrido romance con Chase. Una corazonada me dice que le voy a necesitar en Bahía: esos cuatro no podrían pasar más de una semana sin meterse en algún lio de los gordos. En especial Reginald.

 

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Esta vez la chica le ha echado valor y se ha acercado, pero a mí. Intentó camuflarlo en una conversación casual, pero cuando menos me lo esperaba, hacía preguntas sobre mi "apuesto y misterioso amigo". Hay que ver lo poco que distinguen algunos lo fina que es la línea entre siniestro y misterioso. Para misterioso yo, hombre ya. Después de cinco minutos de insufrible conversación, supe que no tendría otra oportunidad, y estuve apunto de decirle que era un depredador sexual que llevaba ante las autoridades portuarias, pero como me dio penita —La chica, Chase no—, tan solo le dije que tenía esposa y dos hijos muy feos. La chica se ha disgustado un poco bastante, pero creo que lo superará.

Por ahora ya ni le mira.

 

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No, no creo que lo supere:

Estaba yo tan tranquilo a la madrugada en la cubierta inferior, buscándole el misterio a eso de fumar en pipa, ya que no entendía por qué le gusta tanto a los humanos. Y cuando me da por fijarme, esa zorra desquiciada estaba sobre la barandilla, a punto de tirarse al mar. Sus compis del turno de noche se dieron cuenta, e intentaron detenerla, pero solo gritaba que quería tirarse.

Traté de ignorarlo y hacer como si nada, pero al final acabé sintiéndome mal por ella y me acerqué. Le dije que en realidad no la quería, ni a ella ni a sus dos horribles hijos, y que por eso estábamos aquí, huyendo lejos su gorda y peligrosa mujer. Saltó, pero hacia adentro y me dio un abrazo de la alegría. Sus compañeros me dieron las gracias, y luego me pidieron que lo mantuviera en secreto, para no asustar al resto del pasaje. 

 

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ESTÁ A PUNTO. LO VA A HACER, DE HECHO LO ESTÁ HACIENDO MIENTRAS ESCRIBO ESTO.

JODER. Le ha hablado, pero el romántico de Chase se había quedado dormido sentado. Cuando se ha dado cuenta, se ha ido roja como un tomate y al poco tiempo se despertó ese patán ignorante de lo que había estado a punto de suceder. Que siga así. 

 

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Esto es malo para mi corazón. Ha estado apunto de hablarle otra vez, pero los oficiales la llamaron para ayudar a atracar en el muelle. Me aseguré de salir rápido con Chase, ya que no volvería a tener otra oportunidad así. Supongo que se habrá quedado desolada cuando ha visto que se bajó antes de que ella terminara, pero este sacrificio es necesario por el bien del grupo. Además, esa enferma mental no le haría ningún bien.

Nada más bajarnos, mientras comprobaba que no se me hubiera quedado nada, escuché a unos marineros del muelle hablar sobre algo de un demonio. No pude evitar poner la oreja y apuntar todo lo posible. Necesitaba hacerlo, meterme donde no me llaman y solucionarlo, incluso si se trata de un supuesto demonio que tenía en jaque desde hace semanas a los honrados y trabajadores de Bahía del Botín. Un demonio que atacaba indiscriminadamente a aquellos que bajaran un segundo la guardia en los niveles más oscuros e inferiores de la Bahía.

Fuimos a la última taberna donde Coral consiguió un trabajo y dejamos nuestras cosas allí. Luego comenzamos a indagar un poco más, y nos topamos con una de las últimas víctimas del demonio. Chase le sacó lo que pudo, y a más que hablaba, más caia en la cuenta de que ese supuesto demonio podía ser nada menos que Reginald. Me costaba creerlo, pero mis sospechas iban confirmándose una a una.

Armadura oscura, un destello morado, pelo blanco...

Cuando Coral me dijo que Reginald había estado desaparecido desde que yo me fui, no quedaba duda: nuestro demonio no era un demonio, era Reginald bajo la influencia de ese maldito cristal. 

Después de investigar un poco por los niveles inferiores, y tener un pequeño desacuerdo con un matón al que Chase narcotizó, sin previo aviso, Reginald apareció y trató de matarle, pero fue más rápido. A duras penas le detuvimos, y como sospechábamos, era culpa del cristal. Era cuestión de tiempo que pasara, sinceramente. Le hicimos pasar por un borracho y le llevamos en volandas hacia su habitación, pero cometí el error de solo taparle la cabeza y no la armadura: creo que más de uno se dio cuenta de que a quien a llevábamos por ahí, era el supuesto demonio. Primera cagada de la noche.

Le atamos a la cama de su cuarto, que Coral había conservado con sus cosas desde que Reginald desapareció. No hicimos otra cosa que teorizar y buscar posibles soluciones, mientras yo rebuscaba como loco alguna pista entre sus cosas, hasta que finalmente hallé ese libro con garabatos extraños y frases que había estado diciendo Reginald estando fuera de sí. Era la única pista que tendríamos esa noche. Creyendo estar a salvo, Chase bajó la guardia y dejó entrar a uno de esos cuervos a la habitación. Se convirtió en una especie de sombra y empezó a expandirse por la habitación. Pensando en que aquello se convertiría en una cámara de gas en cuestión de segundos, desatamos a Reginald para sacarle de allí. Segunda cagada de la noche; el cuervo nos había engañado.

Reginald escapó, y por alguna razón, el cuervo antes de esfumarse arañó a Coral en el hombro, dejándole una medialuna. Al menos ya tenemos una relación más clara entre el dueño de la mascota y Reginald. Algo me dice que esa vez no será la última que nos topemos con esa gente siniestra. Por ahora solo necesito un médico para Coral, y encontrar a Reginald al precio que sea.

 

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Hemos logrado avanzar. Ayer fue un día nada bueno, y sin embargo, nuestros esfuerzos fueron fructíferos. Logramos dar con la capitana, quien tuvo alguna especie de vínculo en el pasado con Reginald —se la tiró y luego la abandonó—. Al principio se mostró reacia a colaborar, pero luego de hacer un trabajillo de infiltración algo chapucero, conseguí llevarle algunos documentos que necesitaba y así ganarme al menos una parte de su confianza. Grata no fue la sorpresa al descubrir que John estaba metido en todo este ajo, y que encima tiene una estrecha relación de negocios con, como prefiero llamarlo, la medialuna, también conocida como el Concilio. Desconozco si es el nombre completo, sospecho que no.
Ahora queda lamernos las heridas un par de días, mientras planeamos nuestro siguiente paso. Por ahora me conviene que la capitana esté viva, así que procuraré estar al tanto de sus nuevas. Sé que no lo admitirá, pero está acojonada. Sospecho que sabe incluso mejor que nosotros, qué clase de gente es la que se hace conocer como el Concilio.
En cuanto a Reginald, sigue suelto y ahora va armado. Tercera cagada; no bloqueamos la ventana. Coral asegura no haber notado nada raro, ni nadie de las habitaciones tampoco. No me gustaría ser un trabajador nocturno de Bahía del Botín.

 

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Hoy el día no ha ido demasiado bien; pero mejor de lo que esperábamos durante el transcurso de este. Decididos a encontrar rastros de la Chica Carmesí en Bahía del Botín, dedujimos que lo primero sería ir a por Fizzle, el bastardo pervertido al que robé hace unos días. Por lo visto tenía amplios conocimientos sobre el sórdido mundo de la venta de juguetes sexuales. Fuimos allí, sin ningún plan:


PRIMERA CAGADA de la noche.


La entrada a sus almacenes estaba vacía, solo vigilada por un orco. Al principio sugerí que podía ser una trampa, pero la euforia del momento y el vago sentido común de la pandilla de ineptos que me acompaña, hizo que siguiéramos adelante con el improvisado plan: dejar a Chase hablar con el orco, e intervenir cuando le cabreara.
Obviamente, las puertas se abrieron y nos encañonaron en cuestión de segundos. Solo eramos cuatro, mucho no podíamos hacer. Atrapados como ratas en el almacén, y tras recibir unas cuantas reprimendas —porque nadie nos putea así sin al menos unos cuantos insultos y mordiscos a cambio—, Fizzle se presentó. Era un goblin estrambólico, con pintas raras y complejo de superioridad. Al menos afirmaba abiertamente que efectivamente, era un pervertido.


Tras un agresivo monólogo por su parte, y unos cuantos culatazos en la cara de todos por interrumpirle, acabó preguntándome por quien me había enviado a robarle el otro día. Se lo solté todo enseguida: no es que me preocupara mucho la capitana, y no es que se llevaran muy bien de antes. Mandó a Coral con un anillo, a modo de mensaje, a su guarida, y esa fue la última vez que la veríamos por unas cuantas horas aquella noche. A nosotros nos separaron, y nos metieron en cuchitriles distintos. Elegí la opción azul: una jaula bajo el agua. Me pregunto cuál habría sido la roja...


Lo que ese soplapollas de Fizzle no sabía, es que la mayoría de los metales se oxidan bajo el agua, y conociéndole, dudo que le hubiese preocupado mucho el material con el que estuviesen hecho sus jaulas acuáticas. Obviamente, y como única fuente de aire una pajita muy larga, destrocé a leches el suelo de la jaula. Luego me peleé un rato con un barrote, no pensaba ir allí desarmado. Cuando salí a la superficie, me di cuenta que la jaula estaba colgada de la barcaza de mercancías en la que me había metido el otro día. Todo estaba baldío, ni un alma en el muelle. Sospeché que era una especie de trampa, y decidí andarme con cuidado. Tenía que actuar de forma improvisada, evitando las opciones más lógicas en ese momento: ir a por Chase y Cédric, ya que eso es lo que seguramente querrían.


Cuando subí al puente de la barcaza, alguien había hecho una carnicería con los ingenieros del puente y los mandos estaban destrozados. Mi plan de estampar la barcaza contra el muelle se había ido a pique. Traté de hacer puentes improvisados, a ver si sucedía algo interesante, pero nada. Bajé a la sala de máquinas, y esperando una explosión, tampoco ocurrió nada. Una pérdida de tiempo:


SEGUNDA CAGADA de la noche.


Estaba ya harto, la sospecha se echaba sobre mí: ¿Reginald había matado a esos ingenieros? ¿Habían adivinado mis movimientos y seguía siendo una trampa? No me importaba, mi única oportunidad era entrar a ese almacén y dejarle mi suerte al destino. Cuando entré, mis sospechas se confirmaron. Reginald había limpiado el almacén, y entre un mar de sangre, miembros amputados y cadáveres, encontré a Cédric y a Chase hambrientos de venganza, con la esperanza de que Fizzle estuviera vivo todavía para devolverle el favor de su hospitalidad.


Recuperamos nuestras armas, y sospechando que ese bastardo de Fizzle estaría encerrado en su despacho con su puerta maciza, nos aventuramos a su casa, anexa al almacén. Todo estaba desierto, y cuando llegamos al pasillo de acceso a su despacho, le vimos. A punto estuvo de escapar, pero Reginald le había empalado contra la puerta la maciza puerta en el último momento. Algo decepcionados, pues Fizzle era el posible enlace con la medialuna, y con Carmesí. Entramos al despacho y robamos toda la documentación posible. Tuvimos un encontronazo con una mujer que no dejó revelar su rostro y que tras un pequeño intercambio de palabras, se desvaneció en las sombras de las que había provenido; creí que era la capitana, así que supe cuál era nuestro siguiente destino después de salir de aquel lugar: la guarida de Regalia.


Tenía un mal presentimiento, y además Coral estaba en ese lugar. No quería encontrarme con lo que precisamente nos encontramos...Otra masacre. Mientras subíamos por las estrechas escaleras plagadas de muerte y sangre, me encontré con Brell, el matón al que habíamos puteado la pasada noche. Le habían quitado los ojos, y cercenado un par de extremidades; no le quedaba mucho.


Chase y Cédric encontraron a Coral en el suelo inconsciente, y a Regalia asesinada por la otra espada de Reginald. Ya todo había perdido el sentido, y habíamos llamado de forma activa la atención de la medialuna. No queda nada más que estar aquí encerrados, lamiendo nuestras heridas en la efímera protección de nuestra habitación. La situación había comenzado a superarnos hace mucho rato, y nos vinimos a dar cuenta demasiado tarde, sin embargo...


Esos cerdos aún no saben de lo que somos capaces. Han acorralado a la manada de gilipollas equivocada.

 

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Ahora Chase y yo trabajaremos para ellos. Una larga historia.

 

 

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He decidido retomar esto ahora que tengo tanto tiempo libre. Sí, estoy en Elwynn. Han pasado pocas cosas interesantes, entre ellas está Farlen. Un quel'dorei con más un siglo de edad al que conocí ahogando las penas en la barra del Grumete Frito. Cuando me quise dar cuenta, ya sabía bastantes cosas de él y su pasado. Que se hubiera sincerado tan rápido conmigo hace que no pueda evitar sentirme interesado por alguien tan peculiar. Nos hemos hecho amigos. Sí, tengo debilidad por las personas peculiares. Chase, Anduth, Coral y Reginald son la prueba de ello.

Realmente no conozco del todo a Farlen. Por una parte me recuerda a mí, pero por otra sé que es bien distinto. Él busca redención, yo en cambio...busco/buscaba venganza como manera de afrontar el pasado.

Luego está Volkov. Algunos problemas están atándole a Elwynn, y sospecho que tienen algo que ver con el desviado vicioso de su hijo. Algún día le romperé la mandíbula a ese cretino por aprovecharse así de su padre.

No hay muchas buenas nuevas respecto a Reginald. Han reducido el temporal personalmente para la seguridad del almacén y la casa, pero me han dicho que me volverán a contactar en unas semanas, quizás meses. Depende de como fluyan las cosas. Nuestra única manera de obtener pistas se había ido de vacaciones. En base a ello, tras hacer un pequeño trabajo para Samuelillo, tomé un barco junto con Farlen rumbo a Ventormenta.

Tengo pensado llevarme a Volkov conmigo; para que me ayude a continuar mis estudios, ayudarnos con Reginald y alejarlo de su venenosa familia.

 

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Han pasado demasiadas cosas desde la última vez que toqué este diario, y no puedo relatar todo. Por ahora la hija de Farlen, Rous, vuelve a estar a salvo y con el control de sus emociones. Al igual que con Farlen, tiene el sello roto y ya no podrán doblegar su voluntad de nuevo, o eso espero. Por otro lado, ayudé a Chase a encontrar pistas del paradero de su hermana, y todo acabó en Cyril Levert, quien había estado vivo todo este tiempo. Pero no era más que una sabandija mentirosa y rastrera que renegó de su propia familia en la cara de Chase. Las cosas se torcieron hasta el punto de que nos echó a sus perros encima como cortina de humo para escapar.

Con dos nuevos enemigos: Raysel y papá Levert, escribo esto en un barco rumbo a la Bahía del Botín. Armado con Farlen y Chase, creo que es hora de recuperar a Reginald de una vez por todas, y esta vez no pienso irme de la Bahía sin al menos haber hecho un avance. Como aquella vez, vuelvo allí con un mal presentimiento colgándose de mi pecho pero no pienso dejar que eso me eche atrás.

Editado por Saddyers
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No me siento estúpido por no haberme fiado de ellos desde un principio, eran el enemigo; personal de la casa Zaithar. Perill y Zarrel. Zarrel y Perill...Sin embargo, los que antes consideraba mis enemigos resultaron ser dos buenos aliados. Por fuerza más que nada, ya que todos tenemos algunas cosas en común: medialuna nos ha robado el control de la situación; nos ha quitado a un amigo valioso y lo ha convertido en algo en lo que preferimos no indagar.

Todo este tiempo desconfiamos el uno del otro, pero ahora todos estamos en el mismo bando. Reginald podría estar en ese almacén...y lo cierto es que me da miedo entrar ahí. No por lo supuestamente inexpugnable que es, sino por el hecho de que ya no sea él. Que todo nuestro trabajo haya sido en vano...

Pero ahora más que nunca...Tengo que tener la mente fría.

Estamos cerca, muy cerca. Está al alcance de nuestra mano, solo tenemos que tomarlo. No dejaré que medialuna se interponga en nuestro camino de ningún modo. Podrá enviar a sus emisarios de túnica cuantas veces quiera. Yo, junto a mis compañeros, los haremos abono para el huerto. No me queda piedad para nadie en este momento, y menos para los responsables de la desaparición de Reginald. 

Mañana, cuando el sol se esconda, empezaremos el asalto. Dejaré a Coral al cargo de nuestra vía de escape. Mientras tanto, el resto estaremos ahí dentro y le demostraremos a Etreum, medialuna y a quién sea, que su almacén no es tan inexpugnable como creen. 

 

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Le tenemos. Tenemos el premio. Se llama Reginald, y está vivo. Debería estar más feliz que nadie; debería estar bebiendo como un descosido mientras lo celebro, ¿pero por qué no puedo?  Fui tan estúpido de construir un castillo de arenas, y sobre él poner la esperanza de que Reginald estaría libre una vez le rescatásemos...pero la mareo se lo llevó. 

Con la ayuda de nuestros dos amigos de dentro, la infiltración salió mejor de lo esperado. Las puertas blindadas  de los barracones del complejo estaban trucadas y detrás de ellas un colchón amortiguaba su caída. Cuando llegamos al salón, Zarrel y Perill habían organizado una última defensa con lo que quedaba del servicio original, dejando a la seguridad fuera del edificio familiar. 

Zarrel rápidamente nos guió al único acceso del almacén: una puerta blindada. Mientras le daba vueltas al asunto, Zarrel confesó que la puerta estaba abierta, y Etreum deseaba que entrásemos. Como me temía y a la vez me esperaba, Reginald estaba ahí metido. Encadenado, débil, demacrado...posiblemente muerto. Y escoltado por diez agentes del Concilio y Etreum. 

Ese bastardo se había hecho con el cristal de Reginald , y hasta la fecha desconozco hasta que punto le dominaba, pero sospecho que era una relación de beneficio "mutuo". Con la esperanza sobre mi castillo de arena de que ahora Reginald era libre de la influencia del cristal, quitamos de enmedio a los primeros cuatro agentes de medialuna, hasta que Etreum perdió los nervios y en su intento de eliminarnos, mató a los seis restantes.

A duras penas lográbamos hacerle nada, pero con el tiempo ni siquiera el cristal pudo mantener a Etreum con vida el tiempo suficiente para matarnos. Con su huésped en las últimas, acuchillado por Farlen y Chase, y lógicamente atravesado por una de mis balas, le dejó morir. 

Para cuando Farlen logró romper el cristal, este se había logrado meter en mi mente con facilidad: yo estaba débil; había perdido demasiada sangre  y apenas me quedaban fuerzas para levantarme. Inmediatamente se me empezaron a cruzar imágenes de los castigos que recibí en Fortuna Infame, o de la noche que me fui de allí dejando solo muerte detrás de mí abandonando a lo más parecido a una familia que había tenido hasta la fecha.

Como acto desesperado, se comunicó conmigo. Era Cuervo Negro, el arakkoa que habíamos dado por muerto en los meses de verano en aquella torre. De alguna forma había logrado transferir  su consciencia al cristal. Creí que solo era un acto desesperado, pero entonces vi la sombra brincando de cristal en cristal, acercándose más y más a Reginald...

Hice acopio de mis últimas fuerzas para tratar de apartar los cristales cercanos a Reginald, pero fue en vano...

Vi como se me escurría entre las manos y lograba llegar hasta Reginald. En mis narices. Todo volvía a empezar. Mi castillo de arena se lo acababa de llevar una insolente ola. Frustrado, solo pude llorar, lo que ofuscó bastante a Farlen. Creí que sería el fin de todo aquello; al ver a Etreum tan roto por dentro por culpa del cristal, creí que ahora mi amigo era libre pero todo volvía a empezar para mí...

¿A cambio de qué? De nuestra sangre derramada por el suelo, y la vida de Zarrel. Debí haber intentado detenerle, pero no estaba en mis cabales...

Nos fuimos de allí, con Reginald a cuestas, dejando solo a Perill ante el que posiblemente era el peor panorama de su vida: la vida de sus dos amigos, Etreum y Zarrel, había tocado a su fin en aquel oscuro almacén. 

Dejamos a Reginald en una clínica regentada por orcos, y después volví al complejo. Allí me encontré con Coral, quien no se había enterado de nada y seguía esperándonos en la boca del desagüe por la que íbamos a escapar si algo se torcía. Me subí al bote con ella, y solo le pedí que remara lejos de la Bahía mientras le explicaba lo sucedido. Lo primero que hice fue acostarme en ese ajado bote con el antiséptico todavía ardiéndome en las heridas y tener algunas horas de paz tras aquellos dos días, que probablemente habían sido de los más duros a los que me había enfrentado en mi corta vida de elfo. 

Coral intentó animarme, pero solo pude decirle lo que quería oír. Sin embargo, por el bien de todos, debo ser optimista o al menos aparentar serlo. No soy el único que lo pasó mal en el almacén, y hay que tenerlo en cuenta.

Empieza un nuevo día para nosotros, y uno cualquiera para la población de Bahía del Botín, quien vive ignorante de lo que ha sucedido esta noche. Tan solo espero que mis compañeros entiendan que tan solo hemos llegado hasta el ojo del huracán y todavía queda mucho trecho por delante para que, como le había prometido, Reginald pueda ser libre. Libre del todo.

Hasta otra, medialuna...

 

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Todo parece volver a la normalidad. Reginald está más estable, Farlen ya no parece enfadado y por lo visto voy a tener que acostarme con Celadriel a cambio de información. Tengo curiosidad, y a la vez miedo de no estar a la altura, pero se supone que soy un hombre, y como el hombre que soy, afrontaré el reto. Solo espero que mi autoestima no acabe enterrada con todo esto...

¡Ah, sí! Revisando entradas anteriores conseguí acordarme de por qué me sonaban tanto esas túnicas rojas de los agentes del Concilio. ¡Carmesí, la amiga de John! Como descubra que ese hijo de la gran puta tragamierda putero portador de mil y una enfermedades venéreas, trabaja con el Concilio, haré un puto estofado con sus ojos. He dicho.

 

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Como de costumbre he vuelto a olvidarme del diario. Me olvido más del diario que de Chase, cosa que es todo un logro. Pero no tengo gran cosa qué hacer, aquí, encerrado en una habitación del Grumete Frito.  Las tornas se han vuelto a nuestro favor últimamente desde el rescate de Reginald, y nos hemos podido tomar algún respiro que otro. Coral desde entonces está un poco extraña, y desde nuestra última discusión, en la entrada de la clínica, nuestra relación se ha visto un poco mellada, por no decir herida de muerte. 

Luego está Riley. ¡Ah, Riley! No sé qué tiene ese humano que no tenga yo, pero desde luego que ha robado el corazón de Coral con bellas palabras. La trata bien, y son capaces de amarse normalmente como seres racionales. Precisamente lo que más pereza me da. No es que me extrañe que huyese así de mí: solo me queda apretar los puños, y dejar que el tiempo me cure. O matar a Riley. Mejor lo primero.

Y Farlen ha estado un poco extraño desde el incidente de la clínica: ¡me mordió una oreja! No sé por qué se pone así, si es él  el que desata esas situaciones incómodas (al incidente del beso me remito). Por suerte soy yo, quien tiene experiencia con los desviados bisexuales de mente caótica (a Reginald me remito), para deshacer el nudo y volver a empezar. Solo queda esperar que la cosa se enfríe y todo volverá a ser como antes. 

Nota: nunca más decir la palabra "complicado" delante de Farlen.

Ah, y Celadriel. Cualquier hombre hecho y derecho diría que una noche como la que tuve con ella fue un horror...Pero pasar tanto tiempo entre desviados ha debido de comenzar a hacer mella en mi rectitud, porque no me queda otra más que admitir que me gustó. Quizá demasiado. Debería buscar ayuda. Obviamente Coral no sabe nada al respecto. 

Solo ha sido un pequeño resumen de lo acontecido. Por supuesto que han pasado muchas cosas más, pero no tengo ganas de escribir. 

 

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Ahora sí, Coral me odia, y esta vez de verdad. Lo supe cuando dejó de golpearme y me pidió que me fuese de casa de Riley. Tras entrar de cabeza por la ventana y berrear todo tipo de cosas sobre ella y su amante. ¿Que por qué entré a casa de Riley montando una escenita de celos? Es una larga y coherente historia. No niego tener celos de Riley, pero también tengo amor propio y no habría hecho algo así si no es por una situación de necesidad como en la que voy a explayarme ahora.

Todo comenzó con Celadriel, que vino de visita a la habitación mientras conspiraba con Farlen. Solo que envés de traer algo de comer (algo así como una tarta de manzana, o plátano) como presente, nos trajo sus problemas: En algún punto del turbio pasado de ella y Farlen, este último asesinó al esposo de una mujer. Una mujer que, engañada, juró venganza contra Celadriel por el asesinato de su marido, desconociendo tan siquiera la existencia de Farlen. Ahora esa mujer estaba en la Bahía, y tirando de las bragas de Celadriel con cada vez más fuerza.

Obviamente ninguno de los habría aceptado quitarle de encima a esa mujer (de la peor manera posible) por amor al arte. Ella tenía información valiosa, y nosotros los métodos para quitarle ese peso de encima. Meditamos la decisión que habíamos tomado, y tratamos de buscar una alternativa, entre ellas mentir a la mujer para que al menos dejase de perseguir a Celadriel y echarle el muerto a Raysel, pero a Farlen no le cuajó la idea, y seguimos adelante con el plan original. No me siento orgulloso de no haberle insistido a Farlen en intentar salvar a esa mujer, ya que como yo ya lo estuve en su tiempo, estaba ciega por la venganza. Sin embargo, a veces se debe sacrificar algo por un bien mayor... Y si matar a esa mujer significaba estar un paso más cerca de Raysel, quien había estado aplicando sus horribles métodos sobre niños, merecía la pena.

Farlen se encargaría del trabajo sucio, a mí solo me encargó que buscase la manera de hacer que suba a su habitación en una hora en concreto. Tuve horas para pensar cómo iba a hacerlo, pero acabé improvisando en el último un plan mientras meaba, ya que me entretuve con otras cosas.

Era un plan sencillo: esperar a que hiciese acto de presencia, y darle un poco la tabarra conque tenía goteras, aprovechando que ella tenía su habitación justo encima de la mía. Al principio se mostró escéptica, pero tras insistir un poco y a base de no salirme del papel, accedió a subir conmigo a su habitación para asegurarse. Admito que fue más difícil de lo que pensaba mantener la compostura mientras caminaba con ella a la habitación, a sabiendo de quién aguardaba en ella y para qué. He matado todo tipo de cosas antes: bestias, nagas, humanos, orcos, trols, arakkoas... y en general a todo tipo de imbéciles que han tenido la desdicha de cruzarse en mi camino...Pero aquella vez era diferente. Incluso tuve que contener un par de veces el impulso de avisarle de su inminente destino; en esa marcha hacia la muerte...

Sucedió rápido. Y yo solo pude mirar para otro lado mientras el veneno de las agujas de Farlen la consumía. Fue entonces cuando me hizo aquella pregunta: "¿Cómo la hiciste subir?". Yo me quedé en blanco cuando me recordó el hecho de que había dejado testigos visuales por todo el Grumete Frito. Por suerte, tras divagar un poco entre prenderle fuego a la taberna o envenenar el ron, me decidí automáticamente por el de dejar testigos presenciales. Dos en concreto.

Y esto nos trae de vuelta al comienzo de esta página. Tengo amor propio. ¡Lo tengo!

 

 

 

 

Editado por Saddyers
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