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Epilogo y prefacio del sol.

Oscuridad y silencio, tan solo un goteo iluminaba sus sentidos en ese momento. Cada gota era ahora un segundo para el, un segundo del poco tiempo que le quedaba en pie. Cuando la ultima gota callo, no hizo mas que limpiar el resto de su sudor.

Entonces, habiendo vivido hasta el ultimo de los segundos que eran suyos, bajo el nombre de Medianoche, alzo su mandoble y se lanzo contra el enemigo. Tal cual había vivido, moriría, esa fue su decisión.

Este era su epilogo.

I:

Phoenix

(últimos pensamientos de Eian)

- ¿Por que has venido a este lugar, Eian? -
La voz, me sonó tan familiar, tan cálida y reconfortante...

-
El tiempo se detuvo en aquella caverna... Días, semanas, meses... No lo se, no podíamos saberlo.
-
Comencé a explicar aun recostado y con mis ojos cerrados.

-
Mis hombres, estuvieron luchando bajo las ilusiones del oscuro ser cuyo nombre aun resuena en las paredes de la caverna con tan solo pensarlo:

"Prometheus"
. -
resonó aquel nombre tal como dije, su eco era molesto, incluso para Halios...

-
Somos Caballeros de Sangre, Soldados, dispuestos a morir
.
L
ucharon todo ese tie
mpo, sin dudar de mi, nuestras convicciones son poderosas.
-
Dije, mientras intentaba ver alrededor sin ningún resultado, la luz que veía era mas cegadora que cualquier cosa, tan solo me guié con su voz.

-
Destruir a Prometheus era mi misión, mi deber era proteger mi reino, y si todo lo que el demonio quería era mi alma, no dejaría a nadie mas morir por mi... Por eso, decidí morir en aquella caverna.
-

-
No hay vergüenza en esta derrota, morí como un guerrero, como un héroe. Como tu Halios, por eso estoy aquí.
-
Termine de decir, para escuchar la tonta risa del elfo que había sido maestro,hermano y padre, sabia entonces lo que iba a decir...

-
Siempre haz ido mas allá de tus limites... tal como te enseñe...
- E
scuche algunos pasos hacia mi, entonces abrí mis ojos.
-
Me entristecería demasiado, ver tu vida, desgastada por seguir mi sueño. Por ello no te dejare acabar aun. Es por eso, que te dare una nueva oportunidad. -
Y rio, pero no era su risa... No era el.

Entonces abrí mis ojos nuevamente, solo para ver como sus ojos azules se tornaban al rojo y su blanca piel al negro maldito y susurre el nombre real del ser que tenia frente a mi:
-
Prometheus.
-

La luz me cegó de nuevo, y escuche el eco de mis pensamientos, antes de volverme oscuridad. Prometheus había ganado desde el momento que pisamos aquella caverna... Pero su verdadera misión no fue nunca aniquilarme... Pronto el fuego del olvido que había puesto sobre mi comenzara a quemar mi alma... Y ya no seré mas Eian Midnigth.

II

Profunda Oscuridad

Silbaba la arena, burlona. Las cañones del aquel laberinto arenosos se desgarraban a su vez, victimas del viento.

Un grupo de orcos
patrullaba aquel lugar, como patrullaron cada día desde el primer mes sin comunicación Un grupo de siete elfos, de la conocida élite Sin'Dorei habían caído presa de algo en aquel lugar, el que, el como, aun no era claro, pero los ánimos no eran los mejores...

-
¡¡¡Graaaaaw!!!
- Grito el mas grande de ellos. -
Hasta cuando vamos a seguir buscando cuerpos de elfos muertos, no son así de importantes... Son solo elfos joder!
- termino, escupiendo un gajo hacia el suelo, hastiado.

-
Silencio Uthag
- Uthag no chisto, ni se molesto, simplemente callo respetuoso a la orden de su líder. -
No estaos buscándolos a ellos... Estamos buscando lo que los mato.
- Wragot, un orco de piel oscura, en contraste al típico verdoso de Uthag, era mas pequeño que el, pero el respeto de su presencia era arrollador en comparación.

-
Y
son solo elfos, yo mismo he visto pelear a los que llevan el ave de fuego en el pecho, allá en el norte, su fuerza es devastadora, si al menos uno de estos era tan bueno como el que yo conocí, algo peligroso ha de esta rondando las mil agujas
.
- Wragot siguió caminando, con él, el resto de los orcos, menos uno.

Uthag se mantuvo en silencio contemplativo por un momento, observando a su alrededor sin mucha claridad de lo que pasaba. Finalmente se apresuro a alcanzar a sus compañeros. Al llegar con ellos, solamente
Wragot
gruño por lo bajo, el resto de orcos parecían tolerar bien la hueca cabeza de su compañero.

Fue al atardecer, cuando el grito de dolor rápidamente despertó su instinto.

-
¿Que fue eso?
- Wrag, se levanto y comenzó a mirar a su alrededor. Estaba seguro de que no se trataba de un animal.

Y el grito se repitió. No era una ilusión por el hambre, o el sol de aquel largo día.

-
¿¡De donde ha venido!?
- Y tras el comenzaron a correr el resto de orcos.

Corrieron, siguiendo aquel agónico sonido, aquel moribundo grito. Les guiaba, a través de los laberínticos cañones y a las bocas de la enorme caverna se detuvieron. Aun existía luz en el cielo, pero en la entrada de aquella caverna la oscuridad que se ceñía allí, no era natural.

Los orcos intuyeron aquello tan rápido como los elfos cuando pisaron el lugar. Había algo que no debía ser despertado a dentro, pero ninguno aceptaría que, con una simple mirada, aquella oscuridad despertaba los nervios que la sangre derramada por espadas y hachas había adormecido años atrás. Uthag, sin embargo, mostró signos de inteligencia, aunque inconscientemente, dio un paso hacia atrás.

El grito sonó nuevamente, y entonces quedo claro de donde venia. Wrag dio el primer paso, tragando saliva y llenándose de la furia que siempre le servia de combustible para su valor. Los orcos, todos ellos siguieron a su líder a pasos cortos y cuidando sus espalas, comenzaron a adentrarse en la oscuridad.

III

Piezas Perdidas...

GUuu
aa
rg
!! -
el rugido apago la batalla. Nada mas se oía, solo la respiración pesada del orco.

Poco lograba ver, la oscuridad reinaba en la caverna, aunque por horas habían caminado, hasta que la piedra del suelo de la cueva dejo de sonar al metal de sus botas, en realidad habían olvidado por completo donde se habían adentrado, al menos el, hasta ahora.

Observo frente a el aquel rojizo brillo, dos ojos le seguían perfectamente, mientras el apenas adivinaba como y por donde se movía. Todos sus compañeros habían caído, uno a uno. Serpenteaba, quizá, el miedo el malograba el instinto, no quería lanzar otro tajo solo huir, pero era un orco, debía dar la cara.

Y la bestia se lanzo a por el.

E
l
grito
lo
ensordeció
durante unos 5 minutos, cuando recobro el
oído, se dio cuenta de que estaba vivo, había ganado...

Uthag se levanto, ya sin miedo en puro silencio y oscuridad. Sintió el suelo duro, de roca, y empapado de la sangre de sus camaradas. Una vez encendido el fuego, encontró a uno de ellos, aun vivo, escondido bajo el cadáver de su líder de escuadrón.

Le arranco un golpe en la cara, lleno de ira al ver la cobardía en el rostro de aquel orco.

- Salva tu honor y vuelve por ayuda
- dijo con desprecio, el orco se levanto, con extraña facilidad encontró la salida, a unos metros de donde estaban, la cueva no era ahora para nada profunda...

Uthag observo a su alrededor, buscando las horas que habían caminado en aquel pequeño espacio y se estremeció, pensando que cosas no pudo ver en la maldita oscuridad. Busco a su presa, curioso por saber que clase de bestia se podría mover con tal facilidad y ver en la penumbra, ademas de cortar los cuellos de sus camaradas... Siguió la sangre, desde la entrada hasta una grieta en una de las paredes de la cueva, dentro pudo observar un extraño ser.

Su cuerpo era largo, alto, pero parecía desnutrido, casi muerto. Sus cabellos le llegaban a los pies y las uñas de las manos y pies eran largas y filosas, su piel pálida. Estaba desnudo. No era la bestia que habían combatido, no estaba herido. Se acerco y al hacerlo se revelo lo que era... Un elfo y junto a el otro mas, de menor tamaño.

En ese momento, escucho el sonido del crujir de una roca tras el, y al volver a ver, la oscuridad le tomo d lleno nuevamente.

IV

El viaje del nuevo Promthëus.

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