Jump to content

Mensajes Recomendados

Di Umbra, Du Grie. Hijos de la Noche, apóstol de la Muerte.

Poesía Auto-biográfica:

De Remenanth “Rement de Ocaso” Di Umbra

y Remedrian “Remed Gris” Du Grie.

Solo la lluvia sabía, ella ocultaba mis secretos, mis lamentos. Hijo de la Noche, de la muerte maldita que no se queda quedita. Engendrado por un demonio y un iluso, en el vientre de la lujuria y el deshonor, la vida que se me dio no es vida, es maldición.

Crecí solo viendo las sombras de aquel encierro, crecí, hablando con ellas, la oscuridad encerraba mi ser. La oscuridad alimento entonces mi alma, sentí el vacío, viví en uno, sentí el caos, vine de uno. La muerte era solo un cuento, una leyenda, un sueño, no, ella no me permitiría partir.

“Madre” – Es el nombre que las otras le daban. Madre, una palabra sin sentido, una palabra que lentamente, desgarra mi piel y bebe mi sangre. Por muchos años, jamás supe la diferencia entre un sueño y la pesadilla a la que despertaba cada amanecer, guiado por el sonido de puntiagudo de seres desconocidos, o por guturales gritos de un hombre por sus deseos envejecido.

Padre, Di Umbra, Du morte. Un ser inmundo, un ser añorando el dolor, el caos, el vacío y la muerte, siempre a él cruelmente retirada… Disfrutándolo: El castigo que los dioses sobre su alma habían puesto, el gustoso nunca se negaba. Jamás huyo de las cadena que el forjo, jamás defendió el hijo que en su agonía engendro.

Y entonces yo nací, en su interior, de entre sus eternas angustias y penas. La muerte se paseó por su alma, y sonrió. El brillo de la tétrica sonrisa sus endebles ojos iluminó, y en su alma, me despertó, mi tiempo era ahora.

Nunca antes, nunca después, en su lecho de muerte, yo susurre: Levántate.

¿Me escucho la primera vez? – No lo sé. Pero en aquel momento, su sonrisa brillo, tétrica, y la muerte adopto en su abrigo nuestra alma. Y el añoro su soledad pero marcha atrás no había ya, ahí estaba yo, y solo nunca más le dejaría. Éramos uno y dos, dos y uno éramos, eternamente serios y él, él ya lo sabía, y lo temía. Pero ya marcha atrás no cabía.

- Es clara tu misión – Susurre nuevamente. “Lo es” susurre de vuelta. Lo era. La muerte nos llamó, su discípulo, su hijo, su apóstol.

- Cuanto ha pasado, la vida nos ha cegado, y la muerte nos llamó – Su voz como la mía solo a él mismo se dirigía.

“Madre” luego el grito. “Madre” repitió. “Madre” la tercera vez, un fuerte golpe le silencio.

Que esperaba, que pasaba, nada. En silencio replanteaba, pero el brillo cejo sus ojos y su mente. La luz de una vela, tras ella, la de dos ojos, enormes y rojos.

“Madre” susurramos, esta vez ambos.

Y sus ojos sobre ambos se posaron, no eran dos, ni cuatro, pero los sentía, sobre el alma, sobre mí y el, y sabíamos, no nos veía. Más allá de su duda, camino y hacia nosotros. Sentí las fieras cadenas morder mis muñecas, pero no las suyas, las suyas eran etéreas.

Madre camino, se acercó, no temía ya a nada, víctima de su locura. Paso a paso su alma se consumía en un terror que jamás sentiría. “Madre” susurre una vez más. “Ven Madre” volví a susurrar. Ella se detuvo, sus ojos se posaron, pero no reposaron. El eco reboto en el vacío, su miedo aumentaba, pero ella no huiría, no podría, pues jamás ella llegaría a entender el peso de la muerte. El peso de sus manos sobre las mías.

Y cuando la cercanía fue suficiente, las cadenas deslizaron entre sus brazos, entre los míos desvanecieron. La hora de la libertad.

Caos y oscuridad, un revuelo, un destierro, su alma quedo ligada, su cuerpo a la muerte como tributo ofrecido. Levantamos y escuchamos los pasos de ambos, uno al otro nos vimos, en la oscuridad uno habíamos sido y ahora, dos.

En mi mente ahora solo escuchaba mi voz, que era yo entonces, si él había sido él, y yo solo había sido él.

¿Que era yo?

El apóstol de la muerte. Maestro de las cadenas y la oscuridad. Mi misión, liberar a los hijos de la Noche. Atar a los hijos de la Luz, entregar sus almas al vacío, y liberarlas del dolor de las cadenas una vez más. Yo apóstol de la Muerte, purificador de los pecados cometidos, de las almas engañas, destructor de ilusiones y mentiras. Yo, portador de la verdad.

// Es obvio pero esta lleno de metáforas, pero así como metáforas,hay también hechos factibles y reales.

Esto lo tiene en su poder Remenanth, mi personaje y como todos sus cuentos, así como los míos tiene parte de su ser y su alma en sus letras, podría contar como "Historia" de mi pj.

PD: No, no es poesia tradicional. No posee verso ni rima. Eso no la hace menos poesia.

Enlace al post
Compartir en otros sitios

Por favor, conéctate para comentar

Podrás dejar un comentario después de conectarte



Iniciar Sesión
  • Navegando Recientemente   0 miembros

    No hay usuarios registrados viendo esta página.

×
×
  • Create New...

Información Importante

Hemos colocado cookies en su dispositivo para ayudar a mejorar este sitio web. Puedes ajustar la configuración de tus cookies, si sigues adelante daremos por hecho que estás bien para continuar.