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Día uno.

Acabo de llegar a una isla tras salir vivo del ataque que hundió nuestro barco. La isla parece estar deshabitada y no consigo ver otras islas alrededor, lo cual haría que me preocupara si la isla no estuviera falta de alimentos.

He encontrado trozos de madera en la orilla, quizá del ''Dimitrov''; me servirán para hacer una hoguera y cocinarme algo. Antes de encender un fuego debería cazar algo.

En mi búsqueda de alimento encontré un cofre que contenía carboncillos y varios papeles los cuales me están sirviendo para escribir esto. También he encontrado cocos, plátanos y papayas. Tras dejar la comida que he encontrado en el cofre del que he sacado los carbocillos y los papeles, vuelvo a comenzar la búsqueda de algún animal.

Ya casi oscurece y no parece haber signos de personas o animales, sólo fruta, quizá no busco lo suficientemente bien. Tendré que dormir en la arena, junto al fuego.

Un ruido me despertó a medianoche. Eran monos. Saqueándome el cofre dónde guardo la comida. Me levanté rápidamente y empecé a perseguirlos, cosa que no fue muy útil ya que estaba demasiado oscuro. Mis probabilidades de sobrevivir aquí se reducen si los monos me roban lo que consigo. Ésta noche me toca quedarme despierto y supongo que todas las demás también.

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Día dos.

No conseguí quedarme despierto toda la noche y caí rendido a la media hora de haberme despertado esos monos. Al despertar no había rastro de que los primates habían vuelto, probablemente lo que se llevaron les bastó, al menos por ahora.

Mientras desayunaba con la poca comida que me quedaba pude ver cómo un cuerpo que venía del mar llegaba a la orilla. Me acerqué y lo reconocí inmediatamente; era una persona de la tripulación, uno de los más antiguos, un tipo llamado Jack. Lo dejé junto al fuego esperando a que despertara. Mientras, yo estuve tratando de cazar y, una vez más, sin resultado alguno. Lo único que traje de vuelta fueron más frutas.

Al llegar al improvisado ''campamento'' Jack estaba ya despierto y cogiendo comida de mi cofre. Dejé lo que recogí en el cofre mientras me sentaba en la arena, descansando.

Pasaron unas horas y empecé a percibir cierta presencia animal. Me acerqué sigilosamente a la entrada de la isla y eran de nuevo los monos, esta vez, recolectando ellos mismos la comida. Una vez terminaron, empecé a seguirles para así ver hacia dónde se dirigían; Jack me siguió, no sé por qué. Tras un largo trayecto, los monos pararon en un claro de la selva y lo que vimos fue asombroso. Los monos que recolectaron la fruta, la dejaron en una cesta hecha con ramas en la que, frente a esta, había un mono que destacaba de entre los demás, tenía una marca blanca en la frente, una corona. Este mono, dio una ''orden'' a dos de sus ''vasallos'' , claramente no entendimos, pero esos monos hicieron caso a la orden y la cumplieron rápidamente; la orden, darle de comer al ''Rey''.

Volvimos al campamento puesto que ya era de noche. Jack sugirió que negociáramos con el Rey mono. Creo que está loco.

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Día tres.

Al despertar me encontré con el fuego apagado y Jack desaparecido. Mientras desayunaba, pensé en lo que sugirió ayer y una vez terminé volví al claro de los monos.

En efecto, allí estaba Jack rodeado de monos con una ''ofrenda'' hacia ellos. Por lo que vi, parece que le aceptaron en su pequeña organización. Volví al campamento antes que Jack y fingí estar dormido hasta que llegara. Poco después de que llegara yo, apareció Jack haciendo como si nada hubiera pasado. Me ''desperté'' y fui a recolectar más fruta. Tonto de mí que no pensé en ver si había cangrejos. Me acerqué al agua y conseguí atrapar algunos.

Tras comer un cangrejo, Jack volvió al claro de los monos; yo le seguí para así investigar más sobre el comportamiento sobre estos.

Jack ahora empezó a adorar el Rey mono como si fuera un dios mientras los otros monos chillaban a todo pulmón. Entre todo el jaleo,conseguí avistar un manatial cerca del trono del Rey mono. Me moví lentamente para no llamar su atención y conseguí llenar una botella vacía de ron, con el agua del manatial. Me alejé del lugar mientras seguía con la mirada cómo se llevaban a Jack a algún lugar de la isla.

En mi camino de vuelta aproveché para conseguir algunas frutas más y guardarla en el cofre una vez llegara al campamento.

Oscureció demasiado deprisa, puede que se me pasara el tiempo rápido...

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Día cuatro.

Jack no ha aparecido. Tampoco me importa mucho el adorador de monos, pero me preocupa que esos monos sean peligrosos.

Volví al claro de los monos y me quedé bastante sorprendido. Jack era el nuevo Rey de los monos. No me interesa qué haya hecho para convertirse en el Rey ni cómo se comunica con ellos, pero es demasiado raro. Volví a llenar la botella de agua y al darme la vuelta, me encontré con un jabalí, de espaldas. Desenvainé la espada lentamente y conseguí matarlo antes de que pudiera reaccionar, corriendo como nunca lo hice en mi vida con el jabalí al hombro, pues cómo es normal, el jabalí chilló y alertó a los monos y al propio Jack.

Conseguí escapar de ellos y llevar al jabalí a mi campamento. Encendí el fuego y cociné el jabalí. Sólo espero que Jack no envíe un grupo de reconocimiento primate.

Empiezo a pensar que escribir esto sólo me hace perder el tiempo.

Tras terminar de comerme el jabalí, me fui a dormir, esto me empezaba a disgustar.

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Día cinco.

Cuando desperté, mi camisa estaba teñida de rojo. Traté de ponerme recto pero el dolor me lo impedía. Cuándo me ví la herida, sospeché de Jack. ¿Me traicionó por unos monos? Rebusqué en la bolsa de primeros auxilios que llevo siempre y me vendé la herida. Comprobé el cofre. Vacío. Ese cabrón me había robado junto a su grupo de monos.

Me hidraté y me levanté junto a mis dos espadas. El muy idiota no las escondió. Me adentré en la isla, furioso y allí estaba, celebrando su mierda de saqueo el nuevo Rey de los monos. Corrí hacia él, a pesar de mis heridas y lo decapité. Rápido y seguro. Los monos a mi alrededor se me quedaron mirando, callados, solo por un momento. Poco después, comenzaron a chillar como nunca lo había hecho.

Empecé a correr como un desgraciado hasta llegar a mi campamento. Despisté a los monos, o eso pensaba. Recogí todo lo que pensé que pudiera ser de valor y lo metí en el cofre lo más rápido que pude. No podía escapar. La única opción que tenía era luchar.

Los monos, armados con estacas se acercaban a mí más y más. Atacaron todos a la vez. Me llevé por delante a unos cuantos pero sufrí considerables heridas. Durante un buen rato resistiendo contra los monos, empezaron a caer uno a uno. Me giré y abrí los ojos como platos; era un barco y quién abatía a los monos, una chica con rifle.

Con los monos muertos, subí el cofre con mis objetos de valor al barco junto a mí para dirigirme a Bahía del Botín.

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