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Gwyarbrawden (Historia en Desarrollo)


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¡Hola muchachos!

Tras estar todo el día craneando la historia que enviaré, he logrado terminar la introducción de la historia de Razdin. Hace mucho tiempo tuve un enano llamado Bazdin y decidí continuar su legado desde su hijo, Razdin. ¡Les pido por favor si pueden darme una mano y revisarla!

La siguiente parte será la ceremonia en Kharanos =)

 

¡Desde ya muchas gracias!

 

Blue!

 

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Soundtrack: Celtic Music - Fable by

Debes tener Rango Rolero, con Cuenta de Juego, o superior para ver este contenido.

 

 

 

 

Escudo-Yunqueplata.png

 

Gwyarbrawden

Capítulo I: El Ermitaño de las Lomas Heladas

 

Tormenta.jpg

 

La nieve golpeaba incansable las laderas heladas en los valles de Dun Morogh y los caminos empezaban a pintarse de blanco. No era fácil caminar contra el viento, pero Radros no tenía otra opción. Debía entregar el mensaje esa misma noche sin excepción. Su destino estaba a dos valles de la Granja de Sempreámbar. Era una casa antigua, de piedra, ubicada en uno de los incontables faldones de la montaña. Ahí se encontraba Razdin, el primogénito de la familia Yunqueplata. Un enano de mediana edad que tras perder a su esposa frente a una enfermedad, se alejó de Forjaz y no volvió a pisar sus suelos por más de 25 años. Los que decían haberse cruzado con él, rumoreaban que era un enano reservado frente a los extraños. Solía vestir un conjunto de cuero oscurecido y una larga capa hecha de piel de lobo gris sobre la espalda. Una recurrente capucha gris cubría su cabeza, pero a veces, cuando se la quitaba, dejaba relucir una larga melena color cobre. Siempre iba con una bolsa al hombro y no más que una simple daga de hierro envainada a su cinto.

 

Razdin.jpg

"Razdin Yunqueplata, un retrato hecho en el pasado"

 

Radros lo conocía mejor que los rumores. Mientras caminaba cubriendose los ojos de la nieve con su gruesa capa de pieles, recordaba cuando Razdin perdió a Rochá, su esposa. Las primeras señales de la enfermedad de Rochá empezaron como una molestia en la nuca. Pequeños palpidos que hacían que todos sus huesos vibraran. Pasadas las tres semanas, Rochá perdió la movilidad en sus piernas. Dos años después, ella murió en su lecho con Razdin a su lado. El afectado enano se enfrasco en el cuidado de su esposa de manera completa. Con su muerte, Razdin -cómo si lo hubiese predeterminado antes y no sin la ayuda de su amada- renunció a la herencia de su familia, vendió todo lo que poseía y construyó su pequeño rincón lejos de los horrores del mundo.

El correo era algo recurrente con Razdin. Si bien estaba lejos de la vida en Forjaz, sus palabras en el papel hacían que cada ciertos meses, cuando la correspondencia se deslizaba bajo la puerta de Radros, el recuerdo del enano de la loma alejada floreciera y le hiciera esbozar una sonrisa. Le hablaba de lugares, criaturas y plantas; sobre el color que debe tomar el metal para ser moldeado en la forja, y hasta encuentros con animales extraños. Escribía sobre libros de ciudades perdidas, las distintas escuelas de la magia y hasta las estrellas. Para Radros, Razdin se liberó de las ataduras de la tradición de los Yunqueplata y enfocó su vida a preguntarse la razón de las cosas. Pero Radros sabía que habían cosas de las cuales uno no puede liberarse, pues la tradición es una cosa, pero la familia es otra.

Tras cruzar la última loma de nieve, Radros logró ver la casa de Razdin. Una humilde estructura, con una pequeña forja que daba a la parte posterior de la casa. La luz de la chimenea que se deslumbraba por uno de los tragaluces hizo que Radros dudara unos instantes, pues la noticia que debía darle a su amigo era una que nadie querría dar.

 

Radros.jpg

"Radros de Forjaz observando su destino.-"

 

Con pasos dudosos se detuvo frente a la casa y se armó de valor. Inspiró una gran bocanada de aire, golpeó la puerta y gritó: -"¡Razdin Yunqueplata! ¡Abre tus puertas, pues yo, Radros de Forjaz he venido con noticias!". El llamado fue solo acompañado de silencio y lo único que se escuchó fue el viento. Cuando se disponía a repetir el proceso, la puerta se abrió. La cara de sorpresa de Razdin al ver a su buen amigo se esfumó rápidamente al ver la expresión que este tenía.

Con un ceño serio, ojos agotados y el dolor de una noticia terrible, Radros observó a Razdin. Se miraron por unos momentos y Razdin lo invitó a pasar.

El interior de la casa era humilde y simple. Lo que más destacaba era una gran estantería -hecha probablemente por Razdin- en donde tenía una gran cantidad de libros. El fuego de la hoguera iluminaba la estancia junto a varias velas, deslumbrando una mesa de madera con dos sillas.

-"Toma asiento, amigo mio. Seca tus botas y cuéntame, ¿qué es lo que te ha traido aquí a estas horas y en esta tormenta? Solo por tu rostro, temo lo que saldrá de tu boca, Radros."- dijo Razdin mientras servía dos jarras de cerveza enana. Tomó asiento junto a Radros mientras este se quitaba las botas y las acercaba al fuego. -"¿Qué ha pasado?"- Preguntó de manera más inquisitiva mientras le tendía una jarra a Radros.

El enano empapado tomó la jarra y dio un largo trago. La apoyó sobre la mesa y botando aire por la nariz serenó su lengua. -"Se trata de tu padre... Bazdin Yunqueplata está muerto."-miró fijamente a Razdin que estaba completamente consternado con la noticia. Tras unos segundos siguió hablando. -"Tu padre volvió al ejercito pese a su avanzada edad, con el escudo de tu familia en alto. Dijo que los Yunqueplata no serían recordados como enanos que no hicieron nada en la guerra del norte."

"Con la victoria, Bazdin volvió con el ejercito de la Alianza... pero venía con heridas graves. El viaje de regreso lo logró a duras penas, y solo gracias a los esfuerzos de los sanadores. Dicen sus compañeros de armas que su mayor deseo en el regreso era llegar vivo para ser enterrado en Dun Morogh, junto a su padre y al padre de su padre."- tomó una pausa con los ojos fijos en Razdin. Este asintió y Radros continuó: -"Las tensiones son altas. Tus hermanos, Tazdin y Krazdin están luchando para que los últimos deseos de tu padre se cumplan, es decir, ser enterrado con sus ancestros; pero hay resistencia por parte del gobierno de Forjaz y ofrecen cremarlo para evitar cualquier riesgo."

"Sea cual sea el destino de los restos de Bazdin, la ceremonia se hará mañana en el cementerio de Kharanos. Tu madre me ha enviado para traerte de regreso. El primogénito de la familia debe estar ahí.” -dijo, dando por finalizado el mensaje.

El silencio inundó la humilde casa de piedra. Razdin dejó la jarra de cerveza sobre la mesa y se pasó ambas manos por la cara. Observó hacia arriba y cerró los ojos. -"Mi padre fue un gran enano. En cambio yo, quien dejó todo de lado por una promesa, ahora me veo en la obligación de elegir entre el amor y el deber." -bajó la mirada y observó fijamente a su amigo, luego continuó: -"Un amor al legado de Rochá, la persona que me abrió el mundo, que me hizo prometer que desvelaría los secretos de mi curiosidad, la enana que me hizo jurar ser feliz después de su muerte."- suspiró con dolor y luego continuó -"Quizás ese será mi mayor pecado, amigo mio. Creer que podría quedarme aquí para siempre, como un ermitaño sin rumbo, un hijo de la comodidad, un bastardo que puso primero su felicidad sobre la de su gente y su familia." -tomó una larga pausa y giró el cuerpo levemente para quedar completamente de frente a Radros, tomando una postura seria y orgullosa.

"Es el ritual de Gwyarbrawden lo que ata mi alma a mi padre, hace 32 años lo realizamos y desde ese entonces mi existencia esta ligada a su vida, pues es mi deber vengar su muerte sin importar lo que tenga que hacer. Si el Rey Exámine ha caído, exploraré las fuerzas del mundo para encontrar el lugar de donde salió esa maldad. Ya no soy el guerrero que era antes, ni tengo el conocimiento para enfrentar fuerzas de la muerte, pero el Gwyarbrawden nos liga de por vida, y sin importar que tan dificil sea la prueba, tendré que tomar las medidas para lograrlo." -dijo Razdin con decisión y dolor al mismo tiempo, pues él sabía que el día que Bazdin muriera, su juramento se activaría.

Radros observaba el fuego fijamente: -"No escuchaba sobre el Gwyarbrawden desde hace muchos años, más de los que quiero recordar. No sabía que los Yunqueplata mantuvieran vivas tradiciones tan antiguas. Puedes contar con mi discreción por supuesto." -Radros tomó una pausa y dió un trago a su bebida. Luego miró a Razdin y decidió no seguir hablando de esas tradiciones perdidas. Ya era un honor que Razdin le revelara su práctica, pues no es algo que se cuente a cualquiera, ni siquiera a la familia. -"¿Qué harás entonces, Razdin?"- dijo con un tono grave.

-"Partiremos al amanecer. Tazdin y Krazdin son una tormenta que debe ser contenida, o más desgracia caerá sobre los Yunqueplata. Si los deseos de mi padre fueron ser enterrado, ellos lucharán hasta la muerte por cumplirlos. Ese era el tipo de respeto y devoción que ellos tienen hacia él." -dijo con un tono bastante serio. Él sabía que sus hermanos pequeños eran capaces de cualquier cosa y también sabía lo ciegos que podían ser cuando el honor estaba en juego. Debía volver antes de que todo se saliera de control.

-"Bebamos en nombre de mi padre, Bazdin Yunqueplata. Un enano que será recordado como uno de los valientes que luchó en el norte, un ejemplo para todas las generaciones de enanos por venir." -dijo Razdin, levantando su jarra. Radros hizo lo propio y asintió.

Ambos enanos hablaron largas horas esa noche. Recordaban las hazañas de antaño del viejo enano fallecido, historias de otros tiempos. Bebieron en su honor hasta más no poder.

 

 

Editado por Blue
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Bonita historia sobre la lealtad y las promesas. Según mi parecer el relato cumple con su función; es sólido e introduce perfectamente al personaje.  Tal vez debiera comentarse algo sobre como vivió la Segunda Guerra al ser un suceso remarcarle, sin entrar en demasiados detalles. Por lo demás, está fina.

¡Un saludo!

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¡Muchas gracias muchachos por los comentarios! ¡Me dan animos para seguir escribiendo la siguiente parte!

Con respecto a la mención de la segunda guerra, Profano, creo que tienes toda la razón. Leí los acontecimientos y como Dun Morogh fue invadido, si o si tendré que buscar alguna explicación que justifique que Razdin se salvara. Voy a ver como lo puedo integrar en la siguiente parte, de todas formas agradezco mucho el comentario ya que al leer sobre la segunda guerra me dió varias ideas interesantes para la historia.

 

Saludos.

Blue!

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Pensando en los personajes que vendràn en la historia, hice un pequeño fotomontaje del encuentro de Razdin y su familia y querìa compartirlo con ustedes. ¡Espero poder subir la pròxima parte dentro de la semana!

 

Blue!

 

 

Encuentro.jpg

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¡Hola muchachos!

Tras buenas horas, he terminado la segunda parte de la historia que estoy desarrollando. Si alguien ve algún error o algo que se pueda mejorar, les ruego que hagan sus comentarios para hacer las correcciones pertinentes. Con respecto a lo que mencionaba Profano de la segunda guerra, logré poner algo de información sobre eso.

Sin más me despido y desde ya agradezco a los que se den el ánimo de leer y comentar!

 

Saludos,

Blue!

 

PD: También se ha cambiado el nombre del primer capítulo de la historia!

 

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SoundtrackWarduna - Hagal by

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Gwyarbrawden

Capítulo II: La Conspiración Tormentosa

 

En la noche anterior al funeral de Bazdin, en una cabaña de caza al este de Kharanos, se veía a lo lejos la luz de velas que iluminaban el interior de la estructura. Era una construcción simple de un solo ambiente, con un techo hecho con tejas de corteza y muros armados con largos troncos de madera nativa. Había una chimenea frente a la puerta de entrada, con dos pilares céntricos que creaban dos sombras que se proyectaban hacía el muro del acceso.

 

Cabaña.jpg

Cabaña de Caza en las montañas de Dun Morogh

 

La tormenta en el exterior azotaba la frágil estructura creando un zumbido constante, mientras que el fuego ardía acompañado de pequeñas explosiones por la humedad de la madera. Un enano corpulento, de cabello rubio como el oro y ojos temerosos, observaba las llamas bailar fijamente. Como si de un cazador se tratase, este analizaba las llamas con detenimiento, intentando adivinar el movimiento de su baile. Llevaba un abrigo carmesí, sin duda de manufactura enana, que caía por sus hombros hasta el suelo. Junto a el, apoyado en el marco de la chimenea, había un hacha de doble filo. Tenía un diseño más curvo que las hachas convencionales y estaba acompañado de un sin fin de detalles decorativos que creaban finos perfiles de plata ennegrecida. En el centro de la cabeza del arma se encontraba el escudo de la familia Yunqueplata, reluciente y perfecto, que recibía el bailar de las llamas como una marea iracunda que azota las costas de los Humedales.

Mientras el enano se encontraba en su letargo, la puerta de la cabaña se abrió, dejando entrar un chiflón de aire helado que menguó temporalmente las velas apostadas en los extremos de la estructura. Un segundo enano cubierto en pieles observó el interior del lugar por unos momentos. El enano junto al fuego no se movió, mientras el invitado caminaba hacia él, no sin antes cerrar la puerta. A medida que se acercaba, se escuchaba el sonido del metal de las armaduras que llevaba bajo las pieles. Se encaminó hacia la chimenea y se detuvo frente al fuego.

“Llegas tarde, Krazdin -dijo el enano de rizos rubios, mientras llevaba la vista al recién llegado.

“¿Qué esperabas con esta tormenta? Tss... Como siempre: práctico y frío. Ni siquiera saludas como se debe a tu propio hermano. ¿Los modales y la hospitalidad son algo que ya olvidaste, Tazdin?” -dijo Krazdin, esbozando una leve sonrisa burlona hacia su hermano, el cual solo se limito a volver su mirada al fuego. Krazdin Yunqueplata era el hijo más joven de Bazdin. Con solo 45 años, había visto pocas batallas y uno de sus más grandes objetivos era ganar fama lo antes posible. Esto lo convertía en un enano confrontacional, con fuertes inclinaciones hacia la guerra y la batalla. No había que desmerecer su astucia, pues como un conejo, siempre encontraba lugares convenientes para estar, aunque esto en muchas ocasiones lo pusiera en circunstancias difíciles.

Tazdin era completamente distinto a su hermano menor. Frió y calculador, con una visión del mundo que siempre tenía la tradición como su núcleo. La familia, el honor y la tradición era algo que Tazdin jamás transaría, por ningún rey, dios o juez. Era un luchador entrenado en el arte de la guerra, que logró un nombre en la Segunda Guerra, cuando Dun Morogh había sido asediado por la Horda. “Tazdin el Cortabotas” fue el nombre que le pusieron sus compañeros de armas, pues se especializaba en cortar los pies de sus contrincantes orcos en cada carrera que daba al campo de batalla.

 

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Tazdin y Krazdin

 

Ambos tenían razones de sobra para reaccionar ante la declaración del gobierno de Forjaz que impedía un funeral enano digno para su padre. Para Krazdin se trataba de una oportunidad de luchar de manera justificada, crearse un nombre siendo el enano que luchó hasta la muerte por el honor de su padre. Al menos eso era lo que todos creían. En el caso de Tazdin, era mucho más que eso. Sin desmerecer el cariño de su hermano por Bazdin, Tazdin creía que las intenciones de su hermano menor no eran tan profundas como las suyas. Para Krazdin se traba de una aventura, una razón para desatar sus deseos, pero para él era distinto. Bazdin Yunqueplata le enseñó todo lo que sabía. Era un padre, un maestro y un hermano de armas que lo acompañó en los desafíos que le arrojó la vida, no solo en la guerra y la lucha. Le enseñó economía y política, los secretos de la forja y ante todo, como ser un enano correcto. Tazdin ya había emprendido su camino años atrás, pero jamás olvidaría lo que había aprendido de su padre. Ahora, por mera ignorancia de unos pocos, no le permitían honrar los últimos deseos de Bazdin. Era una traición para él y esto hacía que sus deseos se alinearan con los de Krazdin.

“He pensado en todas las formas posibles para lograr los deseos de Bazdin, pero ninguno termina bien para nosotros ni para nuestro objetivo.” -dijo Tazdin, observando el fuego aún. Entrecerró levemente los ojos pensando en las posibilidades y continuo. “Podemos luchar contra la guardia, y, eventualmente si ganamos, podríamos enterrar a nuestro padre junto a sus ancestros. Nada de esto nos asegura que en el futuro no lo desentierren y lo quemen, sin contar que quedaríamos como criminales ante la ley enana.

Otra opción sería juntar a nuestros hermanos de armas e intentar asustar a la guardia con numeros, pero eso sería solo temporal hasta que lleguen refuerzos y terminemos todos muertos.”

“¿Qué hay de la oferta de Miljorn de Kharanos?” -dijo Krazdin, volviendo los ojos a su hermano mientras se cruzaba de brazos.

¿Casar a nuestra madre, recientemente viuda, con un bastardo que solo la desea por lo que tiene? Miljorn espera el momento en que más necesitamos ayuda para ofrecer la suya, sabiendo que sería la salida más fácil. Tiene los contactos para retirar la ordenanza de cremación y solo nos lo ofrece con condiciones imposibles. Además, ¿qué te hace pensar que nuestra madre siquiera querría aceptar ese acuerdo? Eres un imbécil Krazdin.” -dijo Tazdin, acompañado de un gruñido de desaprovación, luego continuó: “Si caemos en las redes de ese tipo de enanos, las consecuencias serán peores más adelante.”

“La otra opción es morir, genio... Tsss... es algo que no planeaba hacer tan pronto, pero entre nosotros, no voy a decir que no a un desafío como este.” -dijo Krazdin con total ligereza, más se podría creer que ni siquiera le importa vivir o morir mientras tenga la oportunidad de luchar.

 

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Miljorn de Kharanos

 

Tazdin suspiró mientras miraba a su hermano. Se preguntaba como un enano tan imbécil había salido del vientre de su madre. Aún así, el joven enano algo de razón tenía: ninguno de sus planes era suficientemente bueno y solo la muerte les esperaba si intentaban alguno, más no podían quedarse de brazos cruzados. La idea de llegar con un sacerdote o un hechicero para que revisara si habían rastros de la Plaga en el cuerpo de su padre era algo que se le había pasado por la cabeza, pero todos los hechos pasaron demasiado rápido y no había tiempo para conseguir a alguien que fuese lo suficientemente capaz de lograrlo. Dejando de lado la obviedad de que Bazdin fue tratado por sacerdotes todo el camino de regreso y que mas de alguno habría detectado restos de la enfermedad, todo esto realmente era un problema local. Se trata de la incredulidad de un enano que por su rango cree que puede decidir el destino de otros. El Capitán Grolmir Filoroca.

Grolmir Filoroca era un enano que no veía grises. Para el todo se centraba en la seguridad de los habitantes de Dun Morogh y, si bien decía respetar a los enanos que habían sido enviados al norte, no pondría en juego jamás a la población civil. Las razones no fueron suficientes cuando Tazdin intentó convencerlo, y el hecho de hacerlo, hizo que Grolmir fuera más firme en su decisión. Esto hacía que Tazdin sintiera un fuerte rencor hacia Grolmir.

 

Grolmir.jpg

Capitán Grolmir Filoroca

 

“Si pudiéramos sacar del mapa a Grolmir, quizás tendríamos una oportunidad con el plan de intimidar a la guardia.” -dijo Krazdin, levantando una ceja.

“Todos sabrían que fuimos nosotros, pues somos los únicos que tenemos un conflicto con el actualmente” -dijo Tazdin con un tono altanero. Se sentía levemente insultado por su hermano. ¿Acaso creía que no había pensado en enterrar su hacha en el pecho del Grolmir?

“¿Qué pasó con el honor, hermano? ¿Acaso temes que los enanos sepan que buscas la cabeza de Grolmir? … Además... no somos los únicos que tienen conflicto con él, hermano.” -dijo Krazdin con esbozando una leve sonrisa, más el sabía que su hermano lo subestimaba constantemente. “Te olvidas de Razdin.” continuo.

La mente de Tazdin dudó tras escuchar a su hermano. ¿Cómo es que había olvidado a su hermano mayor? El traidor que dejó todo y escapó a las montañas. Miró a Krazdin con preocupación, preguntándose si realmente era un estúpido o un genio. Por unos momentos pensamientos de temor afloraron ante la visión de su hermano pequeño. Se preguntaba en que clase de enano se convertiría si es que salían de esto con vida.

Sin dar tiempo de que Tazdin respondiera, Krazdin continuó: - “Madre envió a Radros a buscarlo. Probablemente llegarán mañana al medio día. Habría que convencerlo, ¿no crees, hermano?"

“¿Cómo supiste...? Bah, da igual. Es cierto que en condiciones normales Razdin nos ayudaría, pero no ha bajado de las montañas en más de 30 años. Ni cuando los orcos invadieron nuestras tierras mostró su cara. ¿Qué te hace pensar que ahora lo hará?” -dijo Tazdin, con seguridad.

“Supongo que no lo sabremos hasta mañana al medio día” -afirmó Krazdin mientras se retiraba del fuego encaminándose a una de las literas de la cabaña de caza.

Tazdin miró a su hermano alejarse. No quería cruzar más palabras con él, así que no insistió. Esa noche ninguno de los dos enanos pudo dormir. Tazdin pensaba en las palabras de Krazdin, mientras que Krazdin imaginaba las consecuencias de los eventos que el deseaba.

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