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Vashj'ir: El Misterio de las Profundidades


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El Misterio de las Profundidades

Bom-bom bom-bom bom-bom.

Wilkins frunció el ceño y oprimió sus parpados, mientras que el molesto sonido ambiental de un corazón palpitante seguía resonando en su cabeza.

Bom-bom bom-bom bom-bom.

El humano resoplo y aunque agotado, se llevó una mano a su rostro, sintiendo al instante una tenue oleada de dolor en sus articulaciones, producto de la fatiga muscular. Sus captores los hacían trabajar hasta el límite de sus capacidades e incluso más allá de ellas. Condenadas bestias. Una vez despierto, apoyo sus manos sobre el suave y húmedo suelo en el que se encontraba durmiendo; lo único realmente cómodo en ese sitio y que podía recordarle a una cama, si no fuera por el extraño fluido viscoso que le cubría. Seguidamente, ya sentado sobre el suelo, observo al resto de sus compañeros, todos con aspecto igual de cansado que él, otros incluso lucían enfermos y no era para menos, pensó Wilkins, después de todo, su prisión era un sitio donde cualquiera podría perder la cordura y si tu mente era lo suficientemente capaz de soportar eso, el húmedo ambiente y el nulo cuidado de los captores eventualmente llevaría a uno a caer enfermo.

Uno a uno el Cabo de las Fuerzas de Elite Acuaticas y Terrestres de Ventormenta fue paseando su mirada sobre los soldados, pasando por alto únicamente a los guerreros orcos que se encontraban entre ellos, los cuales se aferraban a su orgullo y nunca demostraban sentirse cansados, a pesar de que el temblor de sus brazos delatara lo contrario cuando estaban minando lo que fuera que estuvieran extrayendo de ese sitio.

"¿Dónde está Thomas?" – Preguntó cuándo se percató que uno de sus hombres no estaba entre los prisioneros.

"La rata intentó huir." – Respondió no uno de los marineros, sino uno de los orcos, con su tono de voz grave y despectivo.

"¿Es eso verdad?" – Wilkins frunció el ceño y observo a uno de sus hombres, buscando confirmación a las palabras del orco.

"Sí, lo hizo…" - Contesto uno de los marineros con voz débil.

El cabo resopló con fuerza. Sin embargo, si Thomas había intentado huir, eso significaba que sus captores no siempre estaban vigilándolos. Habían ventanas que podía aprovechar para huir o tratar de hacer llegar un mensaje desesperado a Ventormenta. Solo tenia que ser astuto y cuidadoso.

Wilkins se frotó la barbilla y observó su camisa. Al instante, la rompió y corto una parte. Posteriormente, y sin pensarlo dos veces, acercó la yema de uno de sus dedos a los bordes afilados de los grilletes de coral que tenía en torno a sus muñecas. La sangre broto de la herida y al instante se puso manos a la obra; aunque no era la tinta más idónea, era eso o nada. Aunque habría deseado que solo unas gotas de sangre hubieran bastado, pues más de un corte fue necesario para poder escribir las palabras adecuadas, hasta la repentina llegada de esas siniestras serpientes marinas que sin pudor alguno, arrojaron a un apaleado Thomas al suelo, frente al resto de prisioneros. El marino tenía algunas heridas en sus brazos y pecho, pero sobretodo unos horrendos moratones de todos los golpes que le habían dado. Aun tenia, incluso, una red enredada en sus piernas y entre ellas, no solo algas, sino una botella de vidrio.

El siguiente que intente escapar, sufrirá un destino peor que morir ahogado. – Amenazo el capataz naga.

Tan pronto la criatura se marchó, Wilkins se apresuró a coger la botella y a esconderla. Podría serle útil. Thomas apenas reaccionó, pero en cuanto lo hizo, sus captores lo forzaron a trabajar como al resto. El cabo había perdido ya no solo la cuenta de las horas, sino también de los días que llevaba ahí abajo, pero una vez volvieron a tener un momento para descansar, ocupo sus minutos para preguntar a Thomas lo que le habían hecho, hasta donde había llegado y que había visto. Pero el soldado hablaba cosas sin sentido, como si finalmente la prisión en la que estaban le hubiera consumido lo último que tenia de cordura. No obstante, tenia que darle el beneficio de la duda. Después de todo, nada de lo que estaba ocurriendo tenia sentido…

Con los minutos en su contra, el Cabo solo atino a añadir la nueva información proporcionada por el marino al trozo de tela escrito con su propia sangre. Enrollo el improvisado escrito una vez termino y lo introdujo en la botella, tapeando la boquilla con otro jirón de tela. Inhalo hondo y consciente de lo que seria de él, corrió en la misma dirección que Thomas le había dicho, pudiendo oir el sonido reptante de los naga deslizándose tras de él. Apenas si sabia por donde iba, pero tan pronto noto un pozo de agua, se lanzó sobre el mismo y noto la tenue fuerza de succión de este. Intento nadar por dicho pasaje, sintiendo entonces cuando un tridente atravesó su torso y con sus últimas fuerzas, empujo la botella hacia el fondo, rogando a la Luz que pudiera llegar a la superficie y sus palabras no cayeran en el olvido. Pues de hacerlo, todo estaría perdido.

* * * * * * * * * *

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Necesito tu ayuda. Se acaba el tiempo. Estoy preso en algo que espero sólo sea una pesadilla.

Hace unos días estaba disfrutando de la brisa del océano. Estábamos decididos a tomar control de rutas comerciales claves para la victoria sobre la Horda en el mar. Su flota apareció en nuestras miras. Nuestro mundo se tornó en el del ensordecedor grito de batalla, el olor a pólvora y el miedo. Aunque, pensándolo ahora, aquello no era miedo de verdad.

No estábamos solos en aquellas aguas. Nuestra maquinaria de guerra naval atrajo la atención y nos convirtió en presas. Con nuestro navío ya destrozado e inundándose, vimos a una tremenda criatura alzarse desde las profundidades para romper el casco, sumergiéndonos hasta la base del mar. Todo fue muy rápido. Fui rápido en mi salida al agua, esperando reagruparme con cualquier superviviente que pudiese encontrar en un denso jardín de algas, luchando constantemente por una oportunidad para respirar. En ese momento, comenzó el asalto. Enjambres de brutales naga aparecieron de todas direcciones y capturaron a muchos de nosotros. Golpeado casi hasta la muerte, desperté agonizante, encadenado.

Y aquí sigo. Sólo puedo describir nuestra prisión como un espacio muy grande, y de alguna manerea, muy vivo. Ahora estamos en manos de los naga. Los compañeros de tripulación que están en mejor condición que yo son llevados a trabajos de esclavo.

Uno ha escapado. Thomas. No llego muy lejos antes de que viera como le traían de nuevo. Antes de ser forzado a trabajar, habló presa del pánico de un gran caparazón que protege esta prisión viviente, muchísimas ruinas de elfos de la noche en la distancia, la celebración de extraños rituales naga, y a los vrykul del mar batallando con nuestros captores. No tenía mucho sentido. Quizá estaba loco. O quizá lo esté yo al pensar que los vrykul están peleando para liberarnos.

Las patrullas de la prisión están aquí otra vez. Envía aviso a Ventormenta. La ciudad sumergida no está extinta. Los naga traman algo horroroso. Por favor, ayuda.

 

 


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Y con esto damos inicio al proximo evento lore que involucra el area de Vashj'ir, el cual daria comienzo a partir del proximo viernes 22 de septiembre. No obstante, iran haciendose pre-roles, entre otras cosas para brindar ambientación, así como también dar mayor información sobre como procedera esta trama en los proximos días (horas, acceso al evento, etc), hasta el momento de dar inicio por completo al evento.

 

 

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Para dejar un poco ordenado los horarios y días, por ahora establecidos.

Lo primero de todo, aviso que el Evento tiene 2 líneas, las cuales habrá momentos que se rolearán de forma simultánea.

  1. Línea que empieza con el llamado militar de flota Horda y Alianza, que abarca reclutación de voluntarios que entren en sintonia con este tipo de cooperación (mercenarios bélicos, etc).
  2. Línea que empieza con expedición de investigación de una de las isleñas, anomalías, cambios climáticos y la desaparición de unos Chamanes del Anillo de la Tierra. En esta línea se llaman a personajes de Academias mágicas, Liga de Expedicionarios, Relicario, y voluntarios que entren en sintonia con este cooperación (investigadores, colaboradores no bélicos, etc).

Teniendo claro que existen esas dos líneas, sabed que podéis apuntar más de un personaje al evento, si estos son afines, pero siempre recomendamos que os centréis en alguno, según el día u sesión de rol, pues por lógica habrá momentos que habréis de decidir cual rolear ese día (si lleváis más de uno).

Ahora procedo pues a dar los horarios que se han definido hasta ahora para pre-roles y para el inicio de rol del Evento:

- Horda Kalimdor: Mañana Martes 19, sobre las 19:00h, partirán desde el puerto de Azshara, @Stanei os masteará la embarcación y inicio viaje.

- Sin'doreis (Relicario-Academia y voluntarios para la expedición): Partirán el Jueves 21, sobre las 19:00h, desde el edificio del Relicario, en un portal. Será masteado por @Dsaille

- Alianza Academia-Liga, Anillo de la Tierra y voluntarios de expedición: Partirán el Viernes 22, sobre las 19:00h, desde el puerto de Menethil. Será masteado por @Dsaille

- Cartel Bonvapor, Neutrales y voluntarios expedición: Se unen con el grupo Sin'dorei el Jueves pero su rol de movilización da inicio el Viernes 22, sobre las 21:00h. Rol masteado por @Dsaille

- Alianza militar, embarcación naval y reclutados voluntarios: El rol empezará el Viernes 22 sobre las 19:00h. masteado por @Stanei

- Horda Kalimdor de nuevo: El Viernes 22 continuarán su rol, después de que @Stanei haya masteado el inicio al lado Alianza, por lo que estimad que pueda rolearos a partir de las 21:00h (este horario puede variar y de ser así se os avisará aquí o en el juego)

Nota: Cualquier cambio en el horario puesto aquí, se avisará en este post o al grupo en cuestión vía juego, si fuera un cambio menor.
Todos los horarios están puestos en el huso de España.

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UN RESCATE ACCIDENTADO

Taylor observaba frustrado los estragos que aquel torbellino venía causando entre las fuerzas de rescate, mientras Nazgrim permanecía pendiente de la iniciativa tomada por la segunda oleada de apoyo que recientemente habían enviado. Mientras a su alrededor, soldados y guerreros combatían con tesón contra el serpentino enemigo, los chamanes del Anillo de la Tierra permanecían en la retaguardia, protegidos por aliados elementales de agua mientras intentaban frustrar las acciones de las marinas criaturas.

Nazgrim gruño con rabia contenida al comprobar cómo un pequeño grupo de combatientes naga surgía a modo de última defensa de sus propios taumaturgos.

-Si esas malditas serpientes no caen pronto, dudo que nuestros guerreros sobrevivan, menos aún los prisioneros.

Taylor negó con expresión sombría, centrada la atención en la turbulenta agonía de la vanguardia.

-Aún si conseguimos detener el torbellino, tenemos problemas. –Cabeceó hacia su espalda, sin llegar a volver la mirada. –Fíjate en los chamanes. Si no han llegado ya a su límite, poco les queda.

-Lo hemos arriesgado todo en este rescate. –El legionario se puso a la altura del capitán, con una mirada de férrea determinación en su rostro. –Tú y tus guerreros haced lo que os parezca. Nosotros no nos iremos de aquí sin los nuestros.

Varias burbujas surgieron de la nariz del capitán, ante lo que hubiera sido un bufido airado, respondiendo con pleno orgullo.

-Nosotros no dejamos a nadie atrás. Nunca.

-Entonces cubre a los míos aquí para que se puedan acercar. Mis guerreros son más grandes y fuertes, podrán hacer de muro para que los demás huyan, si es que primero consiguen salir de ahí.

Taylor asintió comenzando a impartir órdenes mediante gestos a los mandos designados de entre los supervivientes.

-Pero no os quedéis. Después del choque los acosaremos por los flancos y retirada completa, todos.

Apenas terminaron de planificar la hipotética fuga, los ventormentinos de la segunda oleada consiguieron por fin causar estragos entre las hechiceras naga, mientras que los miembros de la horda que los acompañaban mantenían a raya a los guerreros marinos que, se supone, debían protegerlas. Fue entonces, debilitadas las energías arcanas que nutrían el torbellino, cuando los agotados chamanes pudieron influir sobre el agua, contrarrestando aquella temible fuerza como hicieran previamente con sus versiones menores. Aún afectados en mayor o menor medida por el acoso de aquel hechizo, tanto vanguardia como prisioneros alcanzaron a escuchar las órdenes impartidas por Taylor, a Alianza y Horda por igual, instando a la retirada inmediata, mientras Nazgrim dirigía a las fuerzas de choque que debían darles a los demás una oportunidad de salir con vida.

Se debieron lamentar unas pocas bajas, escasas, pero elevadas para el pequeño contingente, como tampoco todos los prisioneros consiguieron huir con vida, pero el al menos el balance, objetivamente, resultó positivo.

Los chamanes del Anillo de la Tierra sacaron fuerzas de flaqueza para cubrir la retirada de la fuerza combinada, tanto impulsándoles en su desplazamiento como entorpeciendo la movilidad de los Naga. Cuanto más huían, más firme se volvía la sensación de estar saliendo de la olla para caer en las brasas. No obstante, durante la huida, alcanzaron a encontrar refugio en un pequeño bosquejo de algas que les ofrecería una cobertura provisional, enviándose unos pocos exploradores, tanto elfos y humanos como orcos y trols, en busca de algún lugar en el que poder asentarse de forma regular, un sitio donde pudieran tener algo semejante a un puesto avanzado.

Pasó el tiempo de forma agónica, convirtiéndose lo que apenas debieron de ser un par de horas, en una eternidad de tortura mental ante la amenaza de poder ser descubiertos en cualquier momento. Finalmente, los exploradores regresaron, lamentablemente sin novedades. Excepto por una pareja de humanos. Fuera la Luz, los Ancestros o la simple buena fortuna, de algún modo, hallaron una caverna semejante a la que hubieran ocupado con anterioridad, cerca de lo que parecía una enorme criatura marina inerte.

La orden no se hizo esperar. De inmediato se movilizaron todos, bajo disciplina de sigilo decretada, aproximándose a la caverna guiados por ambos exploradores. Cuál sería el júbilo de las fuerzas fugadas, al corroborar la más sorprendente noticia que los dos exploradores les habían dado. La caverna estaba ya ocupada. ¡No por nagas! Miembros de varias de las razas de la superficie se encontraban allí. De algún modo, no estaban solos, y por fin empezaban a unirse las partes.

 

Spoiler

Pequeño relato explicativo de la resolución y consecuencias inmediatas del rescate realizado en el día de ayer en el bando militar.

 

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Mañana miércoles se retomará el evento. La hora de inicio será las 20:00,  hora del servidor. No obstante,  los siguientes personajes habrían sido convocados por parte de Taylor y Nazgrim a fin de colaborar en el diseño de los planes:

Alathen,  Redyan, Meruliel y Alessandra.

Dado el caso,  para estos usuarios,  la hora de inicio será las 19:15, hora del servidor,  de modo que puedan rolearse con antelación tales preparativos:

@Lyonwarrior, @Natea, @Sorin

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Epilogo

El enemigo que acecha en las sombras

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Taylor se adentró en el salón del trono, nuevamente envuelto en su uniforme. Las placas pesaban sobre su cuerpo, oprimiendo algunas heridas que aún no habían sanado del todo, pero entre sentir esos molestos rasguños y estar muerto en el fondo del mar, ciertamente era preferible lo primero. La mirada de los guardias reales que flanqueaban cada rincón de la sala le seguían con cada paso que daba, pero era una en especial que incluso se ocupaba de analizar su estado físico: el Mayor Samuelson, capitán de la Guardia Real, quien se encontraba al costado izquierdo del trono, acompañado de la Gran Almirante Jes-tereth. Al lado derecho, en cambio, se hallaba el Rey Cringris, erguido y con una postura gallarda como de costumbre. Y en el centro de todos, sentado sobre el trono con su mano izquierda apoyada sobre la cabeza dorada de un león que decoraba el brazo de su asiento, y con la diestra sujetando la empuñadura de Shallamayne, se encontraba el Rey Varian Wrynn con su rostro cicatrizado, cual vivo reflejo de las adversidades que se había visto obligado a sortear a lo largo de su vida.

El Capitán de las Fuerzas de Elite Acuáticas y Terrestres continúo caminando hasta quedar un metro frente a los pies del trono, y se arrodillo frente a su monarca con un gesto solemne.

“Su Majestad.” – Hablo con un tono fuerte y claro el oficial.

“Capitán Taylor.” – Varian realizó un simple asentimiento. – “Es bueno volver a veros de pie. Aunque no os he hecho llamar para intercambiar formalidades. Poneros de pie.”

Taylor se puso de pie, no sin cierta dificultad dadas las dolencias de su cuerpo y se mantuvo firme, con la vista al frente. El Rey era reconocido por ser alguien más militarizado y por ende, no necesariamente dado a las formalidades. Y en esos momentos, el capitán suponía que era lo que el Rey de Ventormenta querría de él: explicaciones sobre su cargo y quizá, en el peor de los casos, su vida. Después de todo, había cedido un objetivo militar que comprometía la seguridad de la capital.

“Leí vuestro informe, capitán. Algunos oficiales del Alto Mando cuestionan vuestras elecciones y se preguntan si las cosas habrían sido distintas, si el Almirante Dvorek hubiera estado dirigiendo toda esa inesperada operación.” – El ceño del Rey de Ventormenta se frunció, causando que su expresión inspirara cierto temor dadas sus cicatrices. – “Pero quiero escuchar vuestras razones para ceder esa posición…”

El capitán inhalo hondo, consciente de que sus próximas palabras definirían su destino. Intento pensar en el mejor discurso posible, más las palabras brotaron por si solas.

“Estoy dispuesto a responder ante una corte marcial, si así lo desea, su Majestad.” – Admitió con la frente en alto el capitán. – “Hice lo que hice porque esa isla ha sido un foco de conflicto constante. Es un riesgo para nuestras costas, pero si se quedaba en manos de la Horda, eventualmente Grito Infernal habría lanzado una invasión a Ventormenta. Y si nosotros nos la hubiéramos quedado, solo habría sido cosa de tiempo para que a Horda intentara recuperarlas. En manos del Anillo de la Tierra, al menos estaremos seguros de que no lanzaran ningún ataque en nuestra contra. Ellos tienen su propio enemigo y su propio objetivo en estos momentos, Majestad. El mismo que deberíamos tener nosotros.”

“El Culto del Martillo Crepuscular.” – Pronunció su nombre el Rey de Ventormenta.

Genn Cringris carraspeo en ese momento, alzando su voz luego.

“¿Y qué seguridad tenemos de que el Anillo de la Tierra no nos traicionara? Hay razas que componen la Horda en ella. Su antiguo Jefe de Guerra camina entre ellos. Es un riesgo darles tanta libertad y peor, una isla completa.” – La mirada del Rey de Gilneas se encontró con la del Rey Varian, quien giro su cabeza al oírle.

“El Anillo está preocupado por el Culto y según dijo Erunak, parece ser que un asentamiento suyo esta amenazado por ellos. No serán un peligro. Al menos, no inmediato.” – Respondió Taylor con un tono firme, observando al Rey de Gilneas.

“Sigue siendo un riesgo…” – Señaló Genn, insistiendo con la idea.

“Y uno que correremos.” – Sentenció Varian. – “Ya habíamos visto a estos cultistas actuar en Infralar. Ahora están amenazando otro mundo, otra vez, y sabemos que cuentan con la ayuda de los naga. Si alguno dudaba de que fueran una fuerza capaz de rivalizar con la nuestra, ahora han probado que lo son.”

Varian giro su cabeza y observo a Taylor, continuando.

“En cualquier otra circunstancia, habría cuestionado su elección, capitán. Pero este enemigo no es uno que podamos ver con facilidad y se han beneficiado de nuestro conflicto, para amenazar otros mundos que podrían destruir el nuestro.” – Varian se puso de pie y camino hasta Taylor, apoyando su mano izquierda sobre su hombrera. – “Ventormenta y la Alianza están en deuda con todos los hombres, y mujeres, que combatieron a vuestro lado. Y contigo, capitán. Por eso y por vuestro servicio a la Alianza, os nombro Almirante.”

 

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La Bahía Garrafilada asomó por el horizonte y cuando uno de los vigías anunció que el propio Jefe de Guerra se encontraba en el muelle, Nazgrim inmediatamente sintió que sus minutos de vida estaban contados. Había accedido a ceder el Puño de Grito Infernal, el puesto de avanzada marítimo de la Horda y quizá, una de las mejores oportunidades de poder asestar un duro golpe a la Alianza. Incluso como consecuencia, también podría haber condenado todo el frente sostenido en las Tierras Devastadas. Sin embargo, había visto con sus propios ojos la amenaza de los naga y el Culto del Martillo Crepuscular. La Horda luchaba por tierras, por sobrevivir. Si con eso permitía que la Horda tuviera más tiempo para vivir del que él tenía en esos momentos, era suficiente recompensa para él.

La Canción de Guerra siguió navegando sobre las olas cerca de las costas de Durotar, hasta finalmente entrar en la bahía, seguida de otras dos naves, las cuales arriaron sus velas una vez la nave insignia amarro a un costado del muelle. Nazgrim se armó como era debido para un guerrero como él y abandono el puente de la nave, una vez le indicaron que habían amarrado. Salió a la cubierta, notando entonces la mirada de Garrosh sobre él, cuyo semblante inquisitivo dejaba entrever que el Jefe de Guerra solo esperaba oír sobre su victoria en el Puño de Grito Infernal y nada más.

El legionario desembarco de la nave y se detuvo en frente de su Jefe de Guerra, golpeándose su pecho al saludarlo con el respeto que era debido, para luego arrodillarse frente a él, exhibiendo su cuello desnudo, clara señal de que ponía su vida en las manos del mag’har. Garrosh frunció severamente el ceño y oprimió con algo más de fuerza el mango de Aullavisceras, suponiendo lo que ese gesto quería decir.

“¿Derrotado?” – La palabra supo a cenizas en la boca de Garrosh, quien solo esperaba un triunfo.

“No, Jefe de Guerra. Victoria, pero no del modo que esperabas.” – Respondió entonces el legionario.

“Explícate, legionario.” – Demando el Jefe de Guerra.

“Encontramos y enfrentamos a la Alianza en el Puño, pero los naga se atrevieron a interferir y nos hundieron a todos. Allí en el fondo, descubrimos una entrada al mundo del agua. Como en el dominio de la tierra, los naga estaban amenazando este lugar también y esos cultistas estaban ahí, también.” – Relato Nazgrim, sin levantar su cabeza. – “Los que sobrevivimos tuvimos que luchar al lado de nuestro enemigo, acordando una tregua momentánea, para hacer frente a los naga. Impedimos que reclamaran el mundo del agua, pero tuvimos que ceder a isla al Anillo de la Tierra. Ese portal sigue abierto y solo los chamanes pueden asegurarse de que los naga no vuelvan a intentar reclamar los océanos.”

La presión de Garrosh sobre el mango de su hacha se mantuvo y un gruñido escapo de entre sus colmillos. Su expresión aún era severa y en cuanto Nazgrim escucho el silbido del metal, aquel claro sonido al que debía su nombre la renombrada hacha de dos manos, el legionario intuyo que había llegado su hora.

“¿Olvidas acaso, legionario, que la Horda tiene chamanes, también?” – Hablo Garrosh para sorpresa de Nazgrim. Lejos de haber dejado caer el hacha sobre su cuello, solo la había apoyado sobre uno de los enormes colmillos de Mannoroth, que servían como hombreras.

“No, pero de esa forma podremos asegurarnos de que la Alianza no tendrá poder sobre la isla y no controlará los mares. Y nuestros guerreros no tendrán que estar mirando al horizonte y por la borda.” – Comento Nazgrim, respirando hondo, aguardando el filo que separaría su cuello del resto de su cuerpo. – “No es la victoria que querías, Jefe de Guerra. Mi vida está en tus manos.”

“Sí, lo está.” – Admitió Garrosh con un tono grave. – “Pero no matare a uno de mis mejores veteranos. Has derramado sangre enemiga en nombre de la Horda. Y la Horda aun requiere de tu hacha; descansa, bebe y come. Volverás a Vallefresno para traerme la victoria que deseo, General.”

Garrosh se dio media vuelta, marchando en silencio, con cada paso sonando con fuerza cuando lo daba. Nazgrim sintió un profundo alivio y agradecimiento en esos momentos. Al menos por unos pocos segundos, pues su repentino ascenso no era en realidad una recompensa. El Jefe de Guerra no había obtenido lo que deseaba; todo lo contrario, había cedido un territorio crucial para su campaña contra la Alianza y de forma voluntaria. No, su ascenso era en realidad un castigo. Si Vallefresno no sucumbía a la Horda, la culpa y la deshonra recaería sobre Nazgrim, y sería su cabeza la que decoraría las estacas sobre la puerta de Orgrimmar. El ahora General Nazgrim en realidad solo había conseguido mantener unida su cabeza al resto de su cuerpo por otro tiempo más, pero si quería que eso continuara siendo así, la victoria era su única salida.

“Lo hare, Jefe de Guerra.” – Asintió Nazgrim, poniéndose de pie para verlo marchar. – “Lo hare.”

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