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Campamento de voluntarios (vista aérea) Llamamiento a los voluntarios del campamento. Otra vista del campamento Discurso inicial, ¡Comienza el evento! Las tropas gnomas Grupo de voluntarios Despega el Escuadrón Pícaro Volando hacia el objetivo Escuadrón pícaro sellando los conductos Avanzadilla del grupo de tiradores. Reunión en el campamento antes de la movilización de tropas al campo de batalla. Grupo de tiradores recibiendo instrucciones para la batalla

Bolanieves y los espíritus del Invierno Es la época del año en la que los muchos habitantes de Azeroth dedican un tiempo a reflexionar sobre lo bueno y lo malo que les ha ocurrido a lo largo del año. Después de hacer inventario personal, escribirán una carta al Gran Padre Invierno con la esperanza de que este Festival de Invierno reciban justo aquello que desean. Sin embargo el Gran Padre Invierno no es el único que hace presencia en estas fechas pues él está muy ocupado, así que sus pequeños y traviesos ayudantes, surca por cada rincón de Azeroth durante esta epoca del año,

-CORRUPCIÓN EN LOS CLAROS- Escaramuza del sátiro El sonido de un cuerno se extendió sobre las copas de los árboles y ascendió hacia la luna llena que brillaba majestuosa sobre el cielo estrellado. Las Centinelas se apresuraron a colocarse en sus puestos y cargaron los arcos... el destacamento enviado para investigar los extraños acontecimientos que asolaban las milenarias tierras de los elfos de la noche y capitaneado por la Suma Sacerdotisa Manua, estaba siendo atacado. No era muy usual que las Centinelas tuviesen que enfrentar a ninguna amenaza en aquellos territorios

Memorias Olvidadas EVENTO OFICIAL Las pezuñas del draenei sonaban a cada paso que daban, aunque el sonido apenas si llegaba a oírse en comparación con el chocar de las pesadas placas de su armadura. El cruzado caminaba con la mirada fija al frente, sin apenas reparar en las miradas curiosas o extrañadas de algunos miembros de la nobleza y otros guardias que se hallaban dentro del corredor principal del Castillo de Ventormenta. Tampoco necesitaba hacerlo; ya estaba acostumbrado a las miradas de asombro o temor, incluso a oír que le llamaran “monstruo” o peor aun, “demonio”